“Los infiernos” no tiene nada que ver con “el infierno”, tal como se entiende, que es el “lugar” a donde van a parar eternamente, hipotética-mente hablando, los posibles condenados. “Muerto y sepultado” indica un hecho histórico, comprobable. Que Jesús descendió a “los infiernos” es un acto de fe, que viene a remachar lo anterior: que realmente murió y, por eso, fue sepultado. Sin embargo, va más allá: hace referencia a un género literario mítico, una manera de expresar qué pasa con los muertos, según las diversas culturas de la época antigua.
Para los griegos, el que moría bajaba al “hades”, al fondo de la tierra. Para los judíos, los muertos bajaban al “sheol”, un lugar situado bajo tierra, un lugar subterráneo donde llegaban todos los muertos; donde no se alababa a Dios y de donde nadie regresaba. Que Jesús “descendió a los infiernos”, indica que Jesús murió de verdad. Y en eso hace hincapié el Credo.
La expresión “descendió a los infiernos” indica algo más de fondo aún para nosotros. Los del Sheol estaban privados de la visión de Dios. Y, en lenguaje mítico se expresa que Jesús “va” al lugar de los muertos a buscarlos, resucitarlos y llevarlos consigo al cielo. Esto señala que Jesús, con su muerte y resurrección, trae la salvación a todos: a los que vivieron en su tiempo, a los que hemos vivido después de él, y a los que vivieron antes que él, a los cuáles “habría ido a buscar”. Se quiere indicar que la misión redentora de Jesús fue realizada en un tiempo determinado, pero su dimensión abarca a todos los hombres de todos los tiempos y lugares.
“Cristo bajó a la profundidad de la muerte, para ‘que los muertos oigan la voz del Hijo de Dios y los que la oigan vivan’ (Juan 5,25). Jesús, el ‘príncipe de la vida’ (Hechos 3,15), aniquiló ‘mediante la muerte al señor de la muerte, es decir, al diablo, y libertó a cuantos, por temor a la muerte, estaban sometidos a esclavitud’ (Hebreos 2,14-15). En adelante, Cristo resucitado ‘tiene las llaves de la muerte y del Hades’ (Apocalipsis 1,18) y al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra y en los abismos’ (Filipenses 2,10).”
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