Imagino al mar púrpura
alisado, tibio
al sol celándote la piel
las uvas sobre la espuma
tus sueños aún dormidos
inmóviles, hambrientos,
a pesar del tiempo.
Imagino ese atardecer
tus pies desnudos
la arena blanca, tus huellas,
tus ojos, la debilidad...
tu sonrisa apenas decidida
soportando los estímulos,
la mirada contenida, sumergida
en el hechizo de por fin
escucharse viva,
tus manos incitando la leña
mis labios demorando el final.
Imagino el ocaso insistiendo
sangrando, muriendo
cómplice de los dos
abandonándonos en silencio
a los sueños ya desperezados
erguidos, repuestos
al fin cediéndonos su reino.
Evaporados…
respiramos implicados,
resistimos agotados,
nos miramos,
canjeamos suspiros secretos
el tiempo desatendido
lo sabio de la intuición,
riñendo con los jadeos
furiosos, desérticos...
Ya no hay más que ser uno,
rendirse al impulso primero
a la locura palpable
a los siglos que vendrán,
y sin decir una palabra
subirnos al péndulo
viajar…, viajar…
para descubrirnos
por primera vez
otra vez más allá.
Imagino la calma
tus ojos brillosos de cielo
tus huellas impresas
royendo los días,
desgajando las noches
con tu mirada plateada
con tu cuerpo de arena
tus rizos bermejos
tu boca y tu mar.
Y así naufragar…
Naufragar…
con tus marcas
sin culpas ni tiempo
donde mueran tus sueños…
Es ése el lugar. |