Todas las mañanas caminaba por la misma acera. Ahora era diferente; no porque habían cambiado la acera, claro está. Sino porque mi destino ya no era el mismo y quizás, donde llegaría a terminar el final.
¡y aun así me sentía tan lejos de la gente! ¡Y a la vez tan cerca! Mi carrera se componía de cuarenta y cuatro personas; veintidós mujeres y dieciocho hombres. Pero solo tenía en mente a una persona y no era ninguno de los que estaba ahí. Tal vez por eso estaba tan lejos, lejos en días, en años…
“-¿Seguirás siendo mi amiga?- me pregunto Luis la última vez que lo vi. Estábamos sentados en una plaza que quedaba escondida entre calles y casas y veníamos ahí cada vez que queríamos aislarnos de los demás. Había tomado una bocanada de aire y se echo hacia atrás para acostarse en el suelo y perder de vista nuestras bicicletas.
-Seguro que si ¿Por qué no lo sería más? ¿Crees que cambiaria a este mañoso?-sonrió
-no lo sé, solo lo pienso. Pienso que somos hojas en el viento. Podemos tomar otro vuelo en cualquier momento.
-espero ser lo suficiente pesada para que no me lleve.
-Ja, Ja-rio- eres tan liviana como una plumita, mira.-me alzo en el aire.
-Prometo seguir siendo tu amiga.
-tengo miedo de que no me sigas aguantando.
-claro que si, por la garrita.
-por la garrita.
Un silencio acompañado de un suspiro.
-¿encontraras a alguien nuevo?- decía refiriéndose a mi relación anterior con Francisco.
-tal vez si.- pensé en la persona que se había robado mi corazón hace casi tres años-per no quiero sentirme ni atrapa ni sofocada otra vez.
-Pero si es la Anita Salvatore…-puso esa voz de niño pequeño, solía llamarme así de cariño.-Eres como un pajarito, tan libre. Apenas yo consigo entenderte y a pesar de todos los años no me tienes confianza para contarme todas tus penas y todas tus alegrías, así que no puedo decir que es lo que te espera. Solo sé que la persona que te ame te dejara libre.
-¿y cuando me traerás a la próxima? ¿Eh?
-ya cállate-se puso a reír-si tampoco soy tan mujeriego.
-claaaro-dije con cierta ironía.
-deja a todos con la boca abierta, se la Anita Salvador.
-lo hare…te quiero Luis. ¿Seguirás siendo mi hermano?
-por supuesto, yo también te quiero fea.
-Ja, Ja”
Una sonrisa se dibujo en mis labios.
Pero solo una cosa faltaba en ese momento, mire el teléfono varias veces esperando un “suerte”, “Que te vaya bien” o un “Te amo” y por ese instante sentí las cosas más grises, recordé que faltaría poco y, si no cambiaba nada, simplemente seguiría el camino yo sola.
Hacia frio, a pesar de que aun fuera estación de verano. Sentía que llegaba a tiempo y llevaba una hora de retraso. La mañana despertaba a mi favor y yo también lo hacía.
Una pajarita fuera de su jaula. Una vida amorosa horrorosa y Una vida social a punto de cambiar. Así entre a la universidad.

Fin Capitulo