Recuerdo que estaba con la copa en la mano, tenia los ojos sucios y mi cuerpo temblaba en una escena terrorífica, el vino se caía con el tiritar de las manos y los residentes espíritus de la opaca noche se movían como pirinola, de pronto salí al patio corriendo y me escondí en el cuarto de lavados, desde ahí no los podía oír, solo sentirlos. Muchos de ellos siguen aquí , otros se han ido o se les a abierto el portal al descanso eterno, lo que si sé, es que si me encuentro con alguno, supongo se tendrán que ir de a poco, al menos eso creo, mientras tanto esperare que sigan surgiendo sus hábitos de viajar a donde se crearon cuando murieron