En este mismo instante, con la misma ira que le prohíben a mis lágrimas brotar, es conque escribo éstas líneas de fatiga y cansancio, para declarar este presagio inpropio.

El episodio irónico de tener que pedir permiso para adquirir la potestad de decidir y actuar por mi propio destino y suerte.

Abnegada, dedicada, predispuesta siempre a cooperar y contribuir con el bienestar de ajenos y míos, apegada al lema de la madre Teresa de Calcuta: "Quien no vive para servir, no sirve para vivir"
... pero quien sirve a quien no sabe vivir, es un tonto de la paradoja; un desahuciado y restringido ser con temor a construir su historia como autor único, por el que diran! y la negada conformidad de quienes se atribuyen ser protagonistas, productores o simples auspiciantes de ella.

Es esta la vida prestada que asfixia y reniega la astucia de no ser tan mártir de los demas.

Servimos para vivir, si vivimos para servir a una sociedad que surge globalmente, no para el que sirve sea esclavo y la sociedad que nos rodea 'patronos' inservibles.