Esa tarde quise viajar por el espacio, me drogue como un cerdo corredor y consumí hasta quedar pálido como un huevo cocido, los ojos se salían como uva y mis manos temblaban como gato en celo. No pensé caer en esto cuando el amor me abandonara, mas bien pensé en salir y demostrar que el dolor no es mas fuerte que uno mismo, pero ahí estaba, drogado, tirado en el suelo , no pensando en nada mas que en el placer de sentir la malvada cruz del diablo entre mi cuerpo, en aquel momento era feliz, inyectado hasta el hígado y cubierto de humo mi alma, pero quizás seria la ultima vez que estuviera entre esta nebulosa de dudas, es por eso que arranque como pude y entre a la iglesia arrodillado y dije ¡aquí Dios mio estoy contigo!, no escuchaba respuesta alguna, no podía presentarme así en la casa de Dios.
Un día mientras mi lucidez abundaba, volví a la iglesia y esta vez Dios me respondió, él quiere salvar mi vida, me arregle y prometí jamás volver a drogarme, ¡pero cuidado! Que anda un alma roja y ardiente buscando a unos enemigos