Esa noche estaba con el revolver en mi cabeza, los cachos de la muerte sepultaban mis ilusiones con rozas negras, una vocecilla suave con un tono rojo y puesta en el infierno me decía que lo hiciera, que no tenia nada mas que hacer en este mundo y otra vocecilla me decía que no lo hiciera, el diablo que todos conocemos me tenia la mano en la sien y el Jesús que conocemos la intentaba sacar, de pronto se escapo un tiro, pero no me dio, revoto entre las ventanas sucias y el campo arado de la tarde, creo que había vencido a la muerte, unas figuras de santos incrustados en el firmamento habían desviado el gatillo, ¡te ganaron judas!, hay mas buenos que malos entre tus entrañas.