Solo el pensar en ti
mi dulce moribunda,
mi amada muerta;
mi alma es torturada.
Tu palidez me excita
siento tu muerte cercana,
y de ella celos siente mi alma
será porque tú me serás arrebatada.
En tus ojos su brillo,
su mueca macabra en tu tierna sonrisa
veo en una ilusión
y morir contigo deseo.
No sé a cuál de las dos amo más
solo que de ella deseo el mismo lúgubre abrazo.
¡Dime; oh! Bella amada
moriré contigo, o por el altísimo mi condena ya fue sentenciada.
Dime muerte mía
dormiré junto a mi amada
o el averno se extenderá en mi mansión lóbrega
por años maldiciendo mi existencia.
Dime juez del cielo
mi martirio no ha comenzado,
dime sádico dios o demonio
si quieres mi suicidio.
¡Dímelo! Aprontar mi horca,
para agilizar el golpe de su guadaña;
¡dímelo! Te lo ruego, si viviré bajo un cielo de ébano
si la sombra del verdugo
arropara mi alma desdichada.
Texto agregado el 06-04-2012, y leído por 97
visitantes. (4 votos)
Lectores Opinan
06-04-2012
la aflicción ha arrojado su velo:-
Una criatura menos en este mundo
Y un ángel más en el cielo. cabanga
06-04-2012
Muy bueno!. Saludos jarri
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