Tijuana BC. Abril 2012. El presente es eterno si detienes el tiempo con un sólo beso.
Soñé que ya no estaba, que me marchaba para siempre donde habita el olvido.
Soñé que no me recordabas y tuve miedo.
Nunca fui buena amante, hija o amiga.
Y con tan poca cosa que ofrecer, soñé que nadie suspiraba mi ausencia.
Soñé que era indestructible.
Soñé que mi obra me hacía eterna, que además, intentaba poner remedio a mis miedos…
Con bajar a lo más oculto de tu tumba para confundirme con el pecado.
Mirarte directamente al corazón a través de tu vidriera, y así, llorando juntas, mantenerme firme apoyada en una ilusión…
Soñé componer canciones, en dedicarte unos acordes desafinados y afónicos como mi talento.
Sólo que las cuerdas se rompieron antes de tiempo, y el mundo, agresivo, quedó sordo antes que pudiera acabar mi obra.
Soñé grabar tu mueca para la eternidad sin saber que la guardo en mi memoria, que viaja conmigo allá por donde vaya, que es mi aliento y mi inspiración para mostrar mi mejor sonrisa.
Soñé componer unos poemas, aunque nunca me atreví con las rimas.
Preferí la narrativa porque esconde de un modo más elegante los errores.
A veces me pregunto si la prosa es tal vez la narrativa de las cobardes.
Soñé que te dedicaba estas palabras olvidadas, este relato que nunca existió.
Desde Tijuana BC, mi rincón existencial donde soñé que el presente es eterno si detienes el tiempo con un sólo beso.
Andrea Guadalupe.
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