-Padre Nuestro que estás en el cielo-musitó el hombre, de panza al sol en una playa de lujo.
-Santificado sea tu nombre-dijo otro, mientras barajaba un naipe.
-Venga a nosotros tu reino- casi gritó, un tipo que preparaba un mariscal.
-Hágase tu voluntad-fraseó un viejo, acostado en su reposera.
-En la tierra como en el cielo- enfatizó su esposa, mientras se devoraba un plato de ostras.
-Danos hoy nuestro pan de cada día- rogó una mujer, mientras se devoraba su merienda en un hotel de varias estrellas.
-Perdona nuestras ofensas, como también perdonamos a los que nos ofenden- entonó el tipo que conducía su vehículo hacia un balneario cercano.
-No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén-rubricó un sujeto, mientras se dedicaba al comercio de películas para adultos.

Así, cada uno a su manera, celebró esta nueva semana santa…