En las desventuras del amanecer

Pasado el tiempo se preguntó si es que es posible continuar el día en su ajetreo o bien es mejor recostarse en el infinito descanso de sus pensamientos.

El todo en su garganta fue tragado para continuar y los pensamientos fueron desplazados por los aconteceres del amanecer. La zanja, las púas de los cercos, los campos secos del otoño, las piedras del camino florecido de esperanza amarga y quieta, cualquier dificultad fue desplazada como por una pala de metal fundido a sus brazos.

Los temores agolpados en rumas sigilosas, cobardes e incoherentes, lo esperaban con discursos retóricos, ya sabidos y escuchados mil veces, mas esta vez su cabeza estaba fija. Las debilidades le olieron a fortaleza, la luz mutante del amanecer ya maduro transformada en día, la noche le pareció cálida y amable. Notando esto, cogió su mano y la invitó a transitar por los vaivenes del camino.