LAS FUERZAS ESTAN EN LA PUERTA
1979 año convulsionante en Nicaragua. La guerra de guerrillas para derrocar al dictador Somoza. Un pueblo en los confines de la montana que perdió la paz. El toque de queda, radio de baterías, historias tenebrosas de la ciudad de Estelì, de perros que corrían con manos de vìctimas de los bombardeos. Todos hablaban con cuidado, de miedo… miedo a todo.
Una noche estaban en la cocina de la casa reunidos todo el chiguinero, sentado a la orilla de la mesa del fuego, tomando café con leche. Uno que otro renegaba porque le saliò telilla de leche y la mama le decía, come y cállate! cuando de pronto escucharon un gran tropel. Todos quedaron fríos al verlo parado en el dintel de la puerta de la cocina sudando y pálido, hablando entrecortado y repitiendo: “las fuerzas estàn en la puerta!, las fuerzas estàn en la puerta!”. Sabìan que aquella frase podìa significar la presencia de la muerte.
Una de las mujeres agarrò una cumba de agua y apagò los tizones del fuego encandilado donde se hervían los frijoles y la leche. Todos se pusieron de pie, algunos chiguines lloraban creyendo que eran cosas del diablo, los hombres pensaban en la situación, las mujeres se persignaron y se retorcieron las manos en el delantal.
Todo pasò en fracción de segundos por sus mentes y él seguía repitiendo con insistencia la misma frase, hasta que soltó la risa y dijo: me prestan el baño?, “las fuerzas estàn en la puerta!”. Una de las mujeres furiosa sin pensar agarrò un tizón aùn humeante y chorreando agua y lo siguió por el patio, vociferando: hoy es el día que te mal mato condenado charlatán!. Lo persiguió hasta la letrina donde se encerró, diciendo con voz temblorosa, al borde del llanto: ustedes no aguantan nada, ustedes no aguantan nada |