CAMINANDO SIN RUMBO 214, palabras

El sol, medraba en las colinas adyacentes;
Los árboles a orillas del ancho camino,
Brindaba una fresca protección
De sombra.
Mis piernas temblorosas, amenazaban
Dajar caer mi cuerpo en un desmayo.
Mi ropa estaba mojada,
Por la transpiración.

Mis labios secos.
Un nudo se agrandaba en mi úvula.
El camino era largo…abrupto,
Jadeante.
Cinco horas sin descanso,
Sin agua ni alimento.
Mi alma, ya no estaba en mí.

Mis ojos se cerraban;
Sentí besar la tierra varias veces.
Escarbé… Grité…
Me arrastré por la calzada del camino…
Una fuerza superior vino en mi ayuda.
Me levanté como un gladiador
De sangre Egipcia;
Como un tigre que maúlla entre su manada.

Levanté la cabeza con gesto,
Exhalé un suspiro de valor
Y osadía.
La ruta me desafiaba muy ufana.

Mi pobre humanidad
Casi abatida.

Emprendí la cuesta de la ardiente montaña
En SIG-zag.
En uno de tantos saltanejos, apagué mi anadipsia.
A la vera, quise recostar mi humanidad.
Un recuerdo vino a mí.

"Por estas montañas,
Crecidos habíamos cual dos cachorritos
Jugueteando.
Nos juramos amor, cual dos llamas
Ardientes, que nacen como una fuerte hoguera
Que nunca apaga
Que se encendía y crecía
Al vagar juntos, incendiando nuestros cuerpos
Bajo los frondosos guácimos y caobos".

Reinaldo Barrientos G.

Rebaguz.