Cierro los ojos y cuento mil mariposas volando sobre mi cabeza.
Cuento mil mariposas, como siempre hago cada vez que va a llover (la calma siempre antecede al desastre)
…y entonces sucede. Primero uno, después dos, cinco, veinte… cien…
Intento cubrirme, pero no hay forma.
Miles de recuerdos caen desde allá arriba, o desde acá adentro… no lo sé.
Se escucha tronar risas con llantos, sin causa o sentido. Siento espasmos en el estomago y me sangran las rodillas. Y ahí es cuando cae el gran chaparrón de historias, impulsos, letras, caras, nombres, pies, manos, palabras, miedos, dudas, certezas, pérdidas, encuentros, adioses, promesas y madrugadas (porque las tardes, noches y mañanas ya tienen su lugar)
La lluvia de recuerdos destruye la casa, la cabeza y el tiempo.
El viento se lleva el sueño y las ganas de dormirlo. Sobreviene un darse cuenta, y entonces camino descalza, pisando los charquitos de algunos recuerdos que se ven desparramados por el piso de la casa.
Silencian los truenos y los refucilos de imágenes se apagan.
La tormenta me ha matado, pero matándome me ha nacido.
Y vuelve la calma…y vuelve la espera.
Mañana contaré mil mariposas y entonces volverá la lluvia. Volverá sin avisar. Se llevará todo y me dejará quieta, en el mismo lugar. Sí. Acá .Sola. Sola conmigo.
|