En el plácido capullo de tus brazos mi alma está extasiada, vibrando exaltada hasta el punto de no pertenecerme. En el deseo incesante que la noche no acabe mi sediento espíritu clama por tu amor. En el río manso de tu alcoba nuestro corazones laten, mientras tu cuerpo y el mio se debaten entre el cielo y el infierno. Tus manos y las mías se confunden, nos agitan nos deleitan, nos recorren, nos inventan. Tú eres mar y yo océano, somos uno, somos guerra y somos caos y después somos paz. Y en el plácido capullo de tus brazos renace la calma y mi amor y el tuyo se hacen eternos
Texto agregado el 30-03-2012, y leído por 198 visitantes. (4 votos)