Desde que tengo uso de memoria he admirado el cuerpo femenino, principalmente las prominencias superiores. Mi madre solía contar (a mi y a todo aquel que estuviera presente en un radio de 10 metros) que cuando yo era muy pequeño tenía el habito de irrumpir en el cuarto de baño, cuando una tía mía (38-B) nos visitaba y tomaba una ducha. Algún complejo Freudiano, creo yo.
Les comento esto como preámbulo a una noche muy movida que tuve hace como 17 años...
- Und jetz, direkt aus Poland, Freuland Margrit, die Sex Bombe.
Eran como las 11 de la noche, estábamos en el Dr. Müller, había pasado toda la tarde paseando por Frankfurt con mi cuñado y para terminar la noche decidimos ir a un espectáculo frívolo.
El “Doktor Müller” era (y debe seguir siendo) un Pip-Show muy renombrado, en las cercanías del Hauptbahnhof (estación central) de la ciudad, si la memoria no me falla, en la esquina de Kaiser- con Elbestrasse.
El Dr. Müller no fue el primer lugar al que entramos, antes habíamos pasado por otro, en el que, impresionados por una impresionante pelirroja de 1.80m que invitaba al ingreso, nos tomamos una cerveza y donde nos hubiésemos quedado de no ser por el espectáculo de la susodicha, la que para culminar su acto se desprendía de su tanga de lentejuelas para demostrar que no todo lo que brilla es oro y lo que le colgaba prominentemente tampoco lo era.
Margrit aus Poland, era una verdadera belleza; 1.70m, 95-60-90 cuando menos, cabello castaño y largo, ojos verdes (dos), piernas tan largas como el tiempo; es decir una Venus, pero completa.
Inicio su baile vestida de pies a cabeza, con guantes y boa de plumas, al compás de la música iba dejando caer una a una las piezas que llevaba, debo haber quedado embobado (y debió ser muy notorio) pues a partir del guante izquierdo no me sacó los ojos de encima y todas las prendas restantes cayeron sobre mi.
Terminado el baile, en vez de dejar que el encargado recoja sus ropas (tal como había pasado con las otras bailarinas), se me acerco, me guiño un ojo, recogió sus prendas, se dio media vuelta y me puso una cara (ustedes me entienden, aquella de donde la espalda pierde su nombre decente).
Yo me jacto de no haber pagado nunca en mi vida por sexo, pero esa noche...
Mi cuñado insistía en irnos, en que su mujer lo iba a matar, pero yo seguía pegado al escenario, normalmente no suelo tomar, pero esa noche debía estar ya por la décima cerveza; Margrit había bailado tres veces más y había repetido el ritual conmigo (pero desde la Boa de plumas). Como dije, nunca había pagado por sexo, pero esa noche me acerque a la barra y pregunte como era la cosa.
- Sehr einfach, kaufen Sie eine Flasche Sekt und...
Mejor voy traduciendo, se que el Alemán no es un idioma muy hablado (salvo en Alemania).
- Muy fácil, compre una botella de Sekt (vino espumante Alemán) y el resto es negocio suyo con la señorita.
- Bien, deme una botella de MuM.
Para mi, que como digo no soy tomador, el MuM es el único espumante Alemán que tiene sabor a Champagne.
- MuM, no tenemos, pero esta el de la casa.
Señal divina, pensé, pero Margrit estaba como para pecar.
- Bien, no importa, deme una botella.
- Son 400 Marcos.
Me quede paralizado (con lo cual se completaba mi endurecimiento), esa cosa que habían puesto sobre la barra no costaría más de 10 Marcos en Aldi.
El precio era exorbitante y yo no cargaba tanto efectivo.
¡Si!, era una señal divina.
Pero tenía ante mis ojos a la Eva del pecado original; saque la American Express y se la entregué al Barman.
- No aceptamos tarjetas señor, solo efectivo.
Otra señal divina, no pagaría por sexo. Nuevo baile de Margrit, mismo ritual, otra cerveza.
- Jorge, llame a mi cuñado, ¿tienes 400 Marcos?
- Maestro, usted esta borracho, fue su respuesta, mejor nos vamos o mi gringuita me va ha matar.
- Vete tú si quieres, yo me quedo, fue mi alcohólica respuesta.
Había una sola solución...
- Doc, toma esto, le dije a mi cuñado mientras le entregaba mi tarjeta, anda a un cajero y saca 600 Marcos, le di mi clave.
- Anda tú, me dijo, es tu asunto, no mío.
- Si me voy alguien me la gana.
Jorge, lo pensó un momento.
- Esta bien, ¿donde hay un cajero para esto?
Le explique y mi cuñado salió raudamente, me quede en la barra, conversando con Margrit, asegurándome que nadie se cruzase. Salió a bailar una vez más, me dedico el baile y al terminar, aún desnuda, se me acerco y beso en la mejilla.
- Listo Maestro, me dijo mi cuñado, acá están sus 600 y yo me guardo otro tanto, si me van ha matar que sea con razón.
Me dio la tarjeta, el dinero y el ticket por 1200 Marcos.
Compre mi botella de Espumante, cogí a Margrit de la cintura y nos dirigimos al reservado.
Cuando llegamos la botella y dos copas estaban sobre la mesita de noche, le pregunte a Margrit cuanto costarían sus servicios, a lo cual me contesto, en perfecto Español:
- Para un compatriota, esto es gratis, con el Champagne basta.
No era Polaca si no Sudaca, al igual que yo, una mentirilla sin importancia y yo no iba a pagar por sexo (el Champagne no cuenta, total me lo iba a tomar).
Se comenzó a desnudar lentamente, su cuerpo, aunque no importado, seguía pareciéndome maravilloso.
Ya sin ropa encima se me acerco y comenzó a desabotonarme la camisa, inmediatamente emergió mi instinto, y le cogí ambos senos.
- No los aprietes, aún me duelen y si se malogran me va ha costar otros 3000 Marcos.
- ¿Se malogran?, pregunte ingenuo.
- Claro, recién me los puse, yo era una tabla.
No eran producto de la Madre Naturaleza! Si no del padre DuPont o Goodyear. Siliconas a mí, al amante de lo natural; Me tome de un sorbo la copa de Sekt y elegantemente le dije a Margarita (ese era su nombre real);
- Sabes, estoy muy borracho, lo dejamos para la próxima.
Salí, casi corriendo, del reservado. No había pagado por sexo, había comprado la botella de Sekt más cara de mi vida y si tenia suerte, mi cuñado no se habría gastado mis otros 600. No la tuve y encima tuve que esperarlo media hora más.
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