Al fin me abren la puerta, toda la noche me han mantenido encerrado en esta pequeña habitación.
Lo primero es lo primero, me apuro para hacer mis necesidades; esto es una cárcel!!! La puerta está cerrada.
La señora, si, ella me puede ayudar; corro a buscarla, está dormida, tendré que despertarla. Esto es siempre un problema; “La Comunicación”, no hablamos el mismo idioma, y parece que su IQ es tan pequeño que no entiende absolutamente nada de lo que intento decirle, aunque use lenguaje de señas; en cambio yo, he logrado con el tiempo, entender algunas de sus palabras, las que en su mayoría son para regañarme (excepto a la hora de comer).
Le paso la voz, se voltea en su cama, insisto; nada.
Si no me apuro sucederá una desgracia.
El señor, el esta a su lado; el tampoco me entiende pero hace grandes esfuerzos y algunas veces intuye lo que quiero decirle; si, los hombres somos más inteligentes.
Tras algunos intentos logro despertarlo, el es amable, me saluda cariñosamente en su gracioso lenguaje. Le digo que me abra la puerta, no me entiende, así que corro a los servicios un par de veces y se da cuenta de lo que quiero.
Que felicidad, esto y comer son verdaderos placeres. Comer, eso es lo que falta, un buen desayuno; mi plato está puesto, pero vacío. Me serviría yo, pero la comida no esta a mi alcance, la guardan en una caja que yo no puedo abrir.
El señor se está bañando, la señora sigue durmiendo, yo con hambre; intento despertar nuevamente a la señora, le paso la voz, se despierta, esta de buen humor y me hace señas para que me acueste con ella.
¿Que hago?
El señor es buen amigo mío, la oferta es tentadora, el se demorará unos minutos más en la ducha.
Si, haré lo que me pide, retrocedo, de un salto pongo mis cuatro patas en la cama y acomodo mi cabeza sobre la almohada de mi amigo, mi mejor amigo.
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