Ipayl es un pueblo pobre lleno de gente sencilla, con creencias y tradiciones arraigadas , un lugar donde las cosas mas pequeñas pasaban a ser grandes sucesos, fue de esta forma como la noticia de que la fotógrafa de una importante revista científica había llegado para realizar un reportaje grafico sobre la leyenda mas famosa en ese lugar, el hombre serpiente.
Mariana así se llamaba la joven quería obtener imagen de todo el pueblo y su mas preciado tesoro un frondoso árbol de cerezo en medio de un camino lleno de piedras, lo raro era que a dicho arbusto no se le secaban las hojas, sus frutos aunque eran muy dulces casi nunca caían al suelo y cuando lo hacían las personas no se atrevían a comerlos por temor a ser victimas de la maldición que para ella era desconocida porque en ese pueblo la gente parecía temerle y nadie le decía nada.
En su curiosidad la joven no aguantó la tentación de tomar un fruto de aquel árbol que en el suelo se encontraba y probarlo. Al introducirlo en su boca sintió como se desasía en su lengua, era la cosa mas dulce y exquisita que jamás haya degustado. De pronto, sintió que alguien la miraba, al voltear hacia atrás, vió una anciana con mirada aterrorizada que le decía con voz entrecortada: -niña que haz hecho, ahora él vendrá por ti.- Mariana no alcanzaba a entender nada y solo preguntó:- ¿Qué ocurre?- la anciana le replicó- ¿Qué? No conocéis la historia. la joven no solo empezaba a sentir miedo, también una extrema ansiedad por conocer todo y le pidió que por favor le contara, de este modo la mujer de muy avanzada edad accedió:
Hace un siglos existió en este pueblo un hombre con una riqueza infinita y así de interminable era su avaricia y maldad todo lo que tocaba lo marchitaba. Un día Don Antonio Rivero y Casas, así se llamaba este perverso hombre, se obsesionó con una joven campesina llamada María, la cual era hija de una mujer ambiciosa y diabólica conocida solamente como Hipólita, está señora era la bruja del pueblo. En una obscura transacción en donde Don Antonio se comprometía a darle la mitad de toda su fortuna a la bruja, ésta le vendió a María, una noche de luna llena, la joven decidió huir al enterarse del negocio, pero fue descubierta por su madre y recibió una paliza que no solo la lisió de su pierna izquierda sino que también le ocasionó marcas muy profundas en sus brazos. Al recibirla el malvado hombre se negó a pagar el precio acordado aduciendo que la mercancía se encontraba defectuosa y que solo pagaría cuatro monedas de oro por la muchacha. Hipólita furiosa lo amenazó, simplemente esa afrenta no se quedaría así. Esa noche invocó fuerzas realmente obscuras con el fin de cobrar venganza para esto colocó como ofrenda su propia alma. En la petición rezaba que Don Antonio Rivero y Casas debía tomar físicamente la forma de su esencia y vivir eternamente atormentado entregándole tributo por cada centavo que le hubo descontado.
La suerte estaba echada. En su mansión el avaro hombre comenzó a sentir como cambiaba de forma y un dolor que parecía nunca terminar, al mirarse en el espejo se asustó al verse convertido en una repulsiva serpiente con ojos que parecían destellar fuego y una larga cadena a la altura de su cabeza que lo encadenaba a un árbol de cerezo que no era otra cosa que Hipólita, a su vez vió transformarse cada moneda de oro en el fruto de aquel arbusto y letras en sangre que describían la maldición: A cada persona que se atreva a comer los cerezos deberás robarle el alma la primera noche de luna llena.
Mariana estaba apunto de llorar, cuando la anciana le dijo: -no temas, agarra esto- era un velón dorado y una daga con una inscripción que ella no alcanzaba a entender. La anciana continuó diciéndole, - enciéndelo en cuanto aparezca y con la daga ya sabrás que hacer con ella cuando llegue el momento- la anciana se retiró muy lentamente con un paso arrítmico pues al parecer su pierna izquierda no le respondía.
La noche llegó y en medio de la obscuridad Mariana escuchó un ruido, en ese momento encendió el velón, al hacerlo se encontró con la horrible figura que no se atrevía acercarse a ella, las horas pasaban y la luz amenazaba con extinguirse, entonces lo comprendió, al introducir el cerezo en su boca se había condenado, lo único por lo que podía luchar era por no permitir que aquella monstruosidad atrapara su alma por toda la eternidad, al entender esto empuñó el arma y lo introdujo en su pecho, las letras inscritas en la daga empezaron a encenderse, la joven quedó envuelta en sangre y a su alrededor solo escuchaba los gritos de lamento de aquel hombre, de pronto vislumbró una luz, era la mujer con la que había hablado esta le decía:- ahora tú serás la nueva guardiana, acabas de sellar el pacto, solo podrás salvarte si no permites que durante un siglo estos diabólicos seres cumplían son sus objetivos- la silueta de la anciana se desvaneció y Mariana solo acepto lo que era su futuro.
|