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El grito de los muertos


¡Maldición Mamá!

¿Qué pasa muchacho?

Dentro de mi cabeza suenan dos campanas y solo se callan cuando pienso en la muerte.

Te ronda una idea suicida, hijo.

No se me despega de la mente, ma.

Tranquilo muchacho.

Veneno, soga, mamá.

Tranquilo muchacho que estoy cocinando.



¡Ah! ¿Y qué cocinas?

Berenjenas

¡Qué asco!

Eso mismo decía tu padre.

La berenjena es un gusto de mujeres. Si había alguien que era un hombre era el viejo.

Por eso lo mataron.

Yo no soy muy capaz de morir por eso. ¡Y yo que creí que tenía su sangre!

Lo único que te dejó fue eso, muchacho, su sangre podrida; a mi sus deudas y un muchacho inútil.

Pero era valiente, ma, un caballo de hombre, como decía él. ¿Es verdad, mamá, que no se apenó cuando murió Laurita?

¡Es verdad!... sí, pero no te rías muy afanoso, después se puso amargado porque vio que el afeminado eras tú. Laurita tenía temple, pobre muchacha.

Yo no importo ma, el era un hombre por los dos, por los tres, por los cuatro.

A ver si es tan hombre ahora como para impedir que sus gusanos se coman su carne.

…sin embargo huelen bien las berenjenas, mama. Ese olor me recuerda el desprecio que el viejo sentía por ellas.
Unju, es el recao con orégano.

¿Sabes algo mamá?

¿Qué muchacho?

Ayer vi al principal asesino.

¿A Sócrates?

Sí, me saludó. Medio se reía.

Sí, se burlaba de tu padre a través de ti ¿Y tú qué hiciste?

Nada, vieja.

Debiste vengarte muchacho. Tu bruto pai te lo reclama desde el sepulcro.

Me faltó valor, te digo que no tengo su sangre, ma. Me pregunto si soy su hijo.

A mí me consta que lo eres.

Ay mamá, tengo esas dos campanas resonando en mi cabeza, y su imagen de sangre el día en que lo mataron. ¡Cómo se defendía!

Unju! Pero no fue suficiente muchacho, igual está muerto.

Pero murió como un hombre.

Un hombre muerto es un hombre muerto. Vales más que tu padre. Aunque seas capón, estás vivo.

No por mucho tiempo, vieja, tengo que callar estas campanas.

Ve donde Jeremías, dile que te dé aguardiente, con eso se callan.

¿Estás segura, mama?

Estoy segura muchacho. ¿Cómo crees que callaba tu papá el grito de tantos muertos en su conciencia?

Pues iré donde Jeremías; pero me va a cobrar mamá y ¡no tengo un centavo!

Dile que vas por mí.

Pero si estamos en deuda con él.

Ya saldé, muchacho.

¿Pero como mamá?
No importa, ¡vete! dile que te de una chatica.

Me da empacho, mamá, sabes que él y mi papá quedaron mal. Ahora yo soy el hombre de la casa.

Que hombre ni que hombre, si piensas matarte.

Pero ellos no lo saben, tú le dirás que morí braveando.



Anda vieja no te quedes callada, sigue hablando, así no tengo que estar pendiente de los campanazos.



…Tienes veneno ¿mamá?

No muchacho.

Hasta morirse llega a ser caro para los pobres, ¿no es verdad?

Hosanna en el cielo…

¿Qué cantas mamá?

Una tonadilla para los muertos.

Esas también son cosas de mujeres.

Unju

Mama, ¿sabes qué? me iré al río. Tengo que ahogar el ruido de estas campanas.

¿Antes no comerás un poco de berenjena, muchacho?

No mamá, debo guardar la última sobra de dignidad que me queda del viejo.

Pues adiós, muchacho.

La bendición.




Texto agregado el 26-03-2012, y leído por 255 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
29-10-2012 Claro. conciso.Vello. Necesitamos mas de estos. Este es tu camino. Pato-Guacalas
11-07-2012 un poco cruel la mama , pero me encanto ! megv
26-03-2012 ¡Vaya mamá!, decepcionada de la vida, del amor, de su hijo. A quien nada parece importarle ya. Como escribe kumo: triste. simasima
26-03-2012 Irónico, triste, creativo, popular y sarcástico...me gustó. kumo
 
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