Era por fin el día, el día que todos habían estado esperado, todo estaba listo, en medio de aquel bosque grande, repleto de arboles, de madrigueras de pequeñas casas para los animales, en un lugar en medio del bosque estaba puesto una mesa grande y larga, con sillas por los dos lados, llena de platos y cubiertos adornada con flores de todo tipo recién cortadas, con canastas con frutas, con todo lo que en el bosque se puede encontrar.
En un rincón justo en medio de dos árboles, un par de liebres grises acompañadas de un pequeño mapache, habían dejado todos sus instrumentos listos, una trompeta, un violín, una flauta y dos tambores, varios de los animales llegados de todos los lados del bosque habían comenzado a salir al escuchar la música, mapaches, conejos, tortugas, zorros, ciervos, topos, ardillas, un águila, un búho un viejo lobo, una pareja de castores con su pequeño hijo.
Todos estaban ahí celebrando la entrada de la primavera o la estación de las flores como ellos la llamaban cuando todo el bosque estaba más verde de lo normal cuando los arboles estaban más poblados de hojas y de frutas, la estación en la que el canto de los pájaros se escuchaba por todas partes, era la estación en la que el rio tomaba su cauce y subía hasta el nivel de que los animales por igual podían bañarse ahí.
La hora de la comida estaba por llegar, el gran banquete pronto estaría listo, mientras los animales platicaban entre sí, bailaban la ritmo de la música, se asustaron cuando de pronto el oso con su traje de chef encargado de preparar toda la comida con la ayuda de la cigüeña y la comadreja, llegaron e interrumpieron el baile, el oso preocupado hizo una seña para que la música se parara, todos lo voltearon a ver y antes de que alguien preguntara algo, el dijo
- Esta celebración no puede seguir, porque no hay comida para el banquete.
Todos se miraron entre si, no podían creer lo que el oso estaba diciendo, estos estaban callados.
- ¿pero qué ha pasado? – dijo el viejo lobo saliendo de entre los animales.
El oso triste contesto – la comida ya estaba lista, cuando una plaga de insecto lleno toda la cocina, tardamos en darnos cuenta y para cuando lo hicimos toda la comida está contaminada.
El buitre desde la rama más alta del árbol descendió solo para decir – pero sin comida no puede haber un banquete, y sin banquete no podemos celebrar como se debe, el oso tiene que pagar por su descuido-
- Cállate- ordeno el viejo lobo que había estado pensativo un buen rato- de nada sirve echar culpas ni lamentarnos, cierto que no puede haber banquete sin comida, ni celebración sin banquete pero este bosque es demasiado grande, y comida sobra además estoy seguro de que aquí todos tenemos en muestras casas algo de comida guardada ¿o no?.
- Pe pe pe ro si todos co me me mos co cosas distintas- dijo tímida la tortuga.
- Eso también lo se, pero confio en el oso, se que es un gran chef, y que con todo lo que traigamos, y con su imaginación, algo podrá hacer, algo fuera de lo común tal vez, pero las mejores comidas han sido el resultado de mezclas extrañas y de la necesidad, entonces ¿se van a quedar aquí quejándose o se van a ir a casa a buscar lo mucho o poco que tengan?-
- El viejo lobo tiene razón- dijo el búho que volaba sobre todos.
Y sin pensarlo todos corrieron a sus madrigueras, arboles, y hoyos en la tierra, sacaron de las alacenas, todo lo que tenían ahí guardado y se fueron a donde los esperaba el oso.
El gran comedor se lleno de zanahorias, hojas, Frutillas, semillas, queso, flores comestibles, miel, nueces, carnes, pan, y demás comida.
- Necesitare ayuda de todos- dijo el oso emocionado por la respuesta.
Mientras todos ayudaba en la cocina guiados por el chef, la banda comenzó a tocar y en lo que menos se lo esperaban toda la mesa estaba servida, con un sinfín de platillos que surgieron de mezclas inimaginables, todos estaban hambrientos.
La comida fue un éxito, los sabores eran extraños pero todo estaba delicioso, la música siguió y siguió, después de terminar de comer, todos se dirigieron al rio mas azul que de costumbre, todos ahí bañándose quitándose el calor, disfrutando del día, nadie recordaba ahora lo sucedido con la comida, todos estaban llenos y felices y eso era lo que importaba.
Moraleja
Hasta para los peores problemas siempre hay una solución.
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