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Con la sonda espacial Voyager I viajaba un disco con información variada sobre la tierra: fotos de personas y formas de arte, grabaciones musicales, fórmulas matemáticas y otras cosas para el supuesto caso que algún día lo vieran otras formas de vida allende las estrellas.
Por tal motivo le preguntaron a alguien cuyo nombre no recuerdo, cual sería su selección para el disco, a lo que él contesto: "Enviaría las obras completas de Bach... ¡aunque eso sería fanfarronear!"
En la selección se incluyó el concierto de Brandenburgo Nº 2.
Los que conocemos parte de las obras de Johann Sebastian no podemos menos que sonreír ante el comentario, dada la monumentalidad y belleza de su obra. El viejo se caso 2 veces, tuvo 20 hijos, trabajaba como organista y director de coro en la iglesia de Leipzig y así y todo se dio el tiempo de escribir en sus 65 años de vida, más de 1300 obras algunas de las cuales tienen hasta tres y cuatro horas de duración. Fue tan prolífica su obra que se ha calculado que si se pone a un experto copista a transcribir su obra durante ocho horas diarias, la tarea le insumiría 13 años solo copiarla.
Curiosamente en su tiempo no gozaba mucha popularidad como compositor, de hecho los conciertos brandenburgueses, que fueron compuestos a pedido de un noble de la época, estuvieron archivados muchos años ya que a este noble no le gustaron.
Y prácticamente toda su obra habría caído en el olvido de no ser por Felix Mendelssohn que casi un siglo después de su muerte la rescató para regocijo de todos nosotros.
A medida que lo iba conociendo más, el viejo Bach fue desplazando en mis preferencias musicales a Beethoven que siempre había sido mi favorito, cayendo este a un meritorio tercer lugar, (algún día publico el Malomo’s top ten) después que descubrí que Mozart, que venia galopando de atrás, no había escrito solo scherzos o "Eine kleine nachtmusik", sino también obras tan bellas y profundas como la opera "Don Giovanni" o el "Réquiem"
Y así fui creciendo en cultura y prejuicios, creyendo que el mundo de la música empezaba y terminaba en estos tres germanos y que lo demás era relleno.
En cuanto a letras podría decir algo similar nombrando a Shakespeare, Dostoiewsky, Whitman o cualquier otro dinosaurio sagrado de la literatura.
Hasta que un día, hace muchos años, estaba aporreando un piano en un descanso del coro del conservatorio nacional de música del que yo formaba parte, cuando llegó Renée Pietrafesa, una reconocida directora y concertista de piano conocida mía. Inmediatamente me detuve avergonzado de tocar en su presencia. Cuando me preguntó que estaba tocando le dije que una bobada mía que no valía la pena ser escuchada..
- “No todos podemos ser Mozart, pero no por eso tiene menos valor lo que puedas hacer vos” - me contestó.
Ese fue uno de los tantos clics abrecabezas que he recibido, y que me van haciendo ver que el sol no gira alrededor de la tierra.
De a poco fui descubriendo que hay otros grandes, como por ejemplo, un Silvio Rodríguez que enmarca en sus canciones una poesía de belleza singular con filosofía adjunta, un Galeano que sintetiza una cosmovisión humana desde sus ventanas, un Nietzsche a la búsqueda de una superconciencia, y también un fulano inédito que me conmueve con una declaración de amor a su novia en la página de los cuentos.
¿Qué nos mueve tan testarudamente a expresarnos en arte?
¿Necesidad de trascender a la muerte, un mero ejercicio egótico?
Las respuestas posibles a esta pregunta son tantas que se podrían escribir varios libros al respecto, de hecho ya se han escrito muchos, y se escribirán muchos más. Y si yo no fuera tan haragán tal vez intentaría correr el albur de hacerlo. (Bien dicen que el genio es 1% de inspiración y 99% de transpiración.)
En estas épocas de globalización en que la televisión es una ventana a la muerte violenta, la web una subversión del sexo, y el individuo un títere de las corporaciones, quiero rescatar una cosa que sigue tan vigente como el primer día que un cavernícola pintó un bisonte con jugo de plantas en la pared de alguna caverna: Tenemos una sed insaciable de expresarnos y alimentarnos con belleza.
Este simple hecho nos enaltece y nos redime como especie.
Mientras tengamos esta necesidad desinteresada de traducir sentimientos en hermosas formas de colores, sonidos o letras, no estamos del todo perdidos y podemos conservar una esperanza de salvar de la extinción a tigres, ballenas y a nosotros mismos.
Denunciemos pues nuestras bellezas, mostremos aún nuestras letras más humildes y remendadas, pintemos en nuestros corazones colores de lágrimas y sonrisas, hagamos coro junto a los pájaros para cantarle a la vida cada mañana.
Sé que esta frase suena medio naive, pero bueno, después de todo no todos podemos ser Mozart. Eso no nos hace menos valiosos en la memoria colectiva.
Quiero terminar con una cita de Friedrich Nietzsche aparentemente contradictoria con mi postulado:
"No deberíamos exaltarnos como especie hasta el punto de olvidar lo que es puramente animal en nosotros"

Gustavo Malomo 28/7/2004

Texto agregado el 28-07-2004, y leído por 1110 visitantes. (26 votos)


Lectores Opinan
22-12-2009 "Este simple hecho nos enaltece y nos redime como especie." Hasta ahí alcancé a leer. Después me dio rabia. elpablo
29-05-2007 Que estas***************************************************/* te iluminen amigo... nilda
05-05-2007 Una reflexión sabia y agradable para cualquiera. Me acordé del texto de Vargas LLosa, que alguna vez me platicaron, en el que decía que uno tardaría 20 años en leer la obra de Víctor Hugo. Moisesito
10-06-2006 Tenemos este instinto hacia la búsqueda de la belleza porque es lo único que nos trascenderá... Todo el Universo, ahora que lo tienes más cerca... tobegio
24-02-2006 Es una gran reflexión que me habría gustado haber podido comentar contigo. aunque ahora ya no sea necesario. Presentías lo qué era la vida y sabías de qué iba la cosa: de belleza y sentimientos agradables entre otras cosas... Ahora ya no estás, pero todavía me sigues dando lecciones desde tu misteriosa posición. Creo que poseías algún don admirable, por eso te tocó irte antes que yo... Claro que esto solo son suposiciones y el mundo a veces puede resultar tan inmenso y devastador como un desierto de suposiciones. Brillante amigo brillante... josef
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