Luisa
Luisa, su hermoso cuello (porqué será que todas las mujeres tienen hermosos cuellos?), su cabello lacio que caía en oleadas sobre sus hombros,aquella noche.
Su vestido negro.
Y su escote triunfal que invitaba a los pocos hombres que estabamos allí....a asomarnos a esas aguas tormentosas, a esas profundidades desconocidas...
Y sus ojos.
Y su collar de perlas. Blancas como la leche.
Luisa Verdun, la que conocí y amé hace veinte años, cuando todavia viviamos juntos, nos invitaba a celebrar su décimo aniversario de casada, junto al inefable Rafael Contreras, individuo pasado de años y de arrugas y de dinero también. Quizás fué por eso el elegido? El tipo no estaba nada mal, pero de allí a dejarme..debo confesar , yo también la hacía esperar noches enteras, en aquel desangelado departamento compartido con Eulalia, mi gata color blanco..
Todo tuvo su límite.
Pero, recuerdo..Luisa sentada,estudiando su libro de Filosofía y yo acercándome despacio, para besar su cuello y caminarlo de abajo hasta arriba, por detrás de su cabeza...con besos que subían y bajaban como arañas dulces,como un estorbo necesario, como su mano que apreta la mía, con el libro tirado en el suelo junto a sus medias y mis zapatos...
Recuerdo Luisa que ahora luce sus perlas apretando su cara hasta hacerla infinita en mi noche abismal, porque ahora que no la tengo siento que yo podia haber sido su collar, su ladero incansable, su insoportable compañero de toda la vida, su primer hijo, su horizonte de otra manera.
No habría necesitado de esas perlas.
Sólo un poco de mi atención.
Apuré mi vaso y me despedí.
-Te vas ahora? – preguntó Luisa.
-Sí, se me hace tarde.
Te rodeo. Tu boca en mi boca. Tus besos en mis besos,te rodeo y te formo un collar de dedos que no pueden sujetar esta pasión por verte de nuevo en un hueco, en alguna grieta que dejé olvidada en alguna parte.
Cuando uno aprende a irse?
A retirarse....
A retirar el brazo y el codo y la mano y uno mismo mientras alguien enciende algo en alguna parte a las seis de la manana.
La puerta se abre y alli esta ella, la sombra que me esta esperando, temblando de frio tanto tiempo afuera, pobrecita.
|