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Imaginé un mundo distinto
Acorde a mis ilusiones
Semejante a lo que soy
Hoy solo quedan astillas
De sueños que se quebraron
En cada despertar

Antonio miraba el reloj y en la nostalgia de ayeres lejanos se veía retratado en imágenes borrosas que se estrellaban en su mente recordando tiempos mejores, tiempo que era reconocido y premiado por su conducta y su hombría de bien,
El viejo reloj no detenía su inaudible tic tac desde el día en que en una simple pero emotiva ceremonia le fuera entregado por sus compañeros de fábrica en reconocimiento de su desinterés y honradez.
Al igual que su cansado corazón, no se detenía en su latir cada ves mas quieto mas cerca del silenció y la quietud, el viejo reloj había llegado asta aquí como habían llegado sus doloridos huesos después de mucho andar.
Treinta y cinco años habían pasado desde aquel día cuando el destino lo puso a prueba, cuando la suerte lo enfrento cara a cara ante lo correcto y lo incorrecto, cuando tuvo que elegir, seguir viviendo con dignidad o ceder a la tentación de la más fácil y quedarse con algo que no le pertenecía
Recuerda y cuenta a quien quiera escucharlo, como sucedieron los acontecimientos que lo llenan de orgullo y no disimula su alegría de haber actuado – como dios manda- terminaba agregando a cada relato cuando con detalles desmenuzaba los hechos, decía, ya con la calma que le daba el haberlo relatado mas de mil veces -el dinero estaba allí en el portafolio, en el asiento trasero del taxi , el chofer no lo había advertido y cuado lo aborde allá por Riglos, por encima de la General Paz, lo tome medio de raje cuando se me hacia tarde para llegar antes de las seis en que se abrían las puertas del frigorífico, y comenzaba a andar el tarjetero - por eso de los premio, sabes- ,solía aclarar -era mucha guiíta y toda junta- se le abrían mas los ojos
Cuando calculaba el monto del dinero que había encontrado y devuelto con total desinterés rechazando de plano y firmemente la gratificación que el buen aventurado propietario del maletín ponía en agradecimiento en sus manos.
Mucho tiempo había pasado desde aquel día, muchas las cosas que quedaron atrás con el paso de los años, pero hoy era hoy y él estaba aquí con sus recuerdos y sus dolores, dolores de años y de soledad. Que lo llevaron a esta sala tratando de curar viejas heridas por no saber decir no, cuando el trabajo lo consumía y lo iba matando de apoco y los pulmones estaban siempre a punto de estallar, cuando los químicos de la planta de la Suif le iban apagando la voz y los días, cuando las horas se multiplicaban en extras y en premios nunca tan generosos ni recompensado a cambio de ir dejando su miserable vida entre cueros y azufre maloliente y de vapores que como pesada niebla entraban por la boca y la nariz, enrojeciendo los ojos y llenando de lagrimas muchas veces contenidas para no terminar en la enfermería y acabar perdiendo el trabajo, inhumano y animal trabajo
Hoy estaba solo, a la espera de un milagro, dependiendo de la atención y el amor que ponían las enfermera en su trabajo, encada paciente y en las urgencias, cuando se ahogaba en vómitos, de viseras y flemas con hilos de sangre y la tos, esa eterna y desconsiderada tos que le retorcía el estomago y parecía que le estallaba la cabeza en cada intento por contenerla.
Antonio miraba lejos, por la ventana desde lo alto del hospital en esos momento que el dolor le daba una tregua y en el gris sobrevuelo de su imaginación buscaba un espacio, el espacio que alguna ves fuera suyo, ese lugar que le pertenecía, ese lugar que se gano a costa de pelearle a la vida para no recibir nada, para llegar hasta aquí con las manos bacías y se preguntaba con dolor, que fue lo que hizo mal para merecer esta mala surte de esperar por la muerte, solo, sin tener a quien le duela su dolor, a quien oír despacito una tierna mentira y lo consuele cuando ya no aya en que creer.
Antonio había vivido, Hasta que la enfermedad se agravo, de una miserable jubilación y era esta la que pagaba sus remedíos. Con vergüenza miraba a su alrededor y recordaba aquel dinero que por solo un instante estuvo en sus manos y se preguntaba casi con curiosidad que habría sido de su vida si otra fuera sido su decisión y terminaba respondiéndose siempre la misma respuesta
En nada habría cambiado, no seria el quise ser y hoy soy a pesar de estar muriendo en la puta y desolada miseria y en esta obsesiva e inquebrantable dignidad -.
Antonio murió en el Pirómano, una mañana de otras muertes, un día como tantos otros, un día en que partían otros tantos Antonios
Las cosas, las pocas cosas que guardaba en la casita de Tápiales se la repartieron entre sobrinos y parientes lejanos, que nunca supieron de él, asta su muerte. Un jardín de infante y una guardería funciona en lo que fuera su único bien, junto a su sepultada e inservible honradez.- ¿Cómo era eso, lo del premio y el castigo? - Haber, acláramelo- se dirán otros, no tan boludos e incrédulos Antonios

Texto agregado el 25-03-2012, y leído por 189 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
11-08-2018 Me gustó tu escrito, felicitaciones. morgenthauu
11-08-2018 creo que es reloj en vez de relog. morgenthauu
19-01-2013 Hy patrimonios que son invaluables, la honradez, fidelidad a sus principios y tantos otros. Aún existen Antonios que mueren en la soledad y en la miseria, pero se llevan su patrimonio invaluable******* pithusa
09-06-2012 Siempre habrá Antonios fieles a los valores inculcados en el seno del hogar de equidad y horadez. pantera1
25-03-2012 No esta mal. Aunque... josecarlo
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