Conservo animoso el espíritu, no obstante ciertos reveses me desalientan, no por eso me acongojo.
No me entusiasmo con grandes planes, eso un poco me preocupa.
Hoy me desperté temprano. Ducha, desayuno y calle. Quiero disfrutar de un día feliz.
Anunciaron lluvia y ya caen algunas gotas. Me gusta la lluvia, me serena ver llover..
Hoy, pretendo soslayar los pensamientos tristes. Ser nostálgico no me incita a la congoja, ni me transporta a un pasado que no quiera recordar.
Entonces cobran fuerza antiguas caricias en nuevos amores. Me resisto a claudicar.
Veo gente apresurada por llegar a su trabajo y acrecienta el placer de mi vagancia.
No volver a trabajar me encariña más con mi vejez. Deambulo sin reprocharme. Mis ambiciones agonizan junto al cordón de la vereda.
Alguien me dijo que es sano trabajar, y yo no me opuse a que lo siga haciendo. Admiro las personas de firmes convicciones.
Desde joven me acompaña un gran talento para el fracaso, lo que algunos llaman fracasar con éxito. El fracaso fortaleció mi libertad, al punto que llegó a perjudicarme.
Mis triunfos fueron efímeros. Debo poner límite a mi propia libertad. Ella complota en mi contra, conoce mi límite en el tiempo, quiere serme útil, pero me obliga a perder el tiempo tomando decisiones. Es cansador pensar a cada rato que poder hacer.
Nos amoldamos a una vida de obligaciones, y luego no sabemos disfrutar al no tenerlas.
De chico me preguntaban por mi padre, hoy preguntan por mi hijo. Llegó el tiempo de la nada, de aquí en más, lo que viene será mío. Voy a seguir soñando y voy a continuar buscándote por estas calles. Quiero recuperar mis pecados. Me pertenecen.
Hoy, indagando la vida, volveré a encontrarte. Vendrás caminando como una niña desnuda, a pesar del otoño y de la lluvia.
Las fantasías se volverán pasado, nosotros seremos la realidad. Todo será normal, sin falsas esperanzas todo será verdad.
Adictos al amor, aunque no pueda darte lo que quisiera, voy a entregarte lo que me queda. Voy a introducirme en tu deseo, tu pelo mojado, tus besos mojados, tus ojos ciegos.
Luego el silencio entrecortado por los ruidos de la tormenta y los sonidos de una vieja canción.
Andre Laplume.
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