Ni bien logre visualizarlo con claridad, me di cuenta que el parecido entre los dos era sorprendente, casi incomprensible! Pero atrapante, fue por eso que decidí acercarme mas y entablar algun tipo de conversación con él para ver si se trataba de un espejismo o era realmente cierto lo que mis ojos veían. Nos sentamos uno junto al otro y compartiendo su cerveza empezamos a conversar sobre los astros, la influencia que ejercía la luna sobre las aguas terrestres, sobre el color esmeralda y sobre los superpoderes. Así, paso la noche entera. Mis ojos lo observaban maravillados por no poder creer la semejanza entre los dos seres, uno amado y el otro desconocido, uno a kilómetros de distancia y el otro rozando mi pierna con la suya.
No pude evitar invitarlo a mi casa y ofrecerle una botella de vino para compartir bajo escasas luces buena musica de fondo. El aceptó y al instante nos marchamos de allí. Una vez solos, sin las extravagancias de los sonidos y la multitud, cada uno se permitió vivir la aventura que habia reinado en nuestras respectivas imaginaciones durante toda la noche, tras conversaciones insensatas.