Alguna vez escribí en un blog llamado muchos días felices, mi día feliz:

él y yo viajando,
él dormido a mi lado,
su mano sobre mi rodilla, yo mirando ese cielo
azul y estrellado
imaginando el mundo escondido
bajo sus parpados cansados.

Es curioso como después de tantos años un día feliz así se te puede olvidar, como esa persona especial se evapora en la nada misma, como vuelve a nacer el amor y desparrama sus semillas, todo es tan distinto...
Y quizás fueron esas palabras flotando en el eter las que me hicieron soñar con él, tal y cual lo conocí, tan jovial, tan autentico, con esos cabellos ensortijados color miel cayendo por su cabeza, todo era tan real, salvo porque esta vez estabas de regreso. Y te apreté la mano con fuerzas y me sentí otra vez tan viva, mis ojos se llenaron otra vez de esa chispa, y la magia inundó todos los rincones... hasta que desperté para darme cuenta que algunos sentimientos no han cambiado en mi.