Mara junto canicas y fue llenando frascos hasta que Santiago volviera. Él le había dicho que cada vez que pensara en él pusiera una canica y que si lo extrañaba mucho pusiera dos; sin decir nada, ella agarro los frascos que él mismo había hecho, con tapitas de madera y vidrio.
Pero mientras Mara caminaba hacia el cuarto donde los guardaría; Santiago sabia que quizás no volvería, pero que la amaba mucho como para hacerle eso, con solo ver sus ojitos negros mirándolo de un lado a otro, llenándose lentamente de lagrimitas que hacían que brillen, él tan solo no podía...
La tomo del hombro dulcemente acariciando su cara, que no paraba de mirar el suelo, sus manos temblaban temiendo que se le cayera el frasquito que su amor había construido, y que solo eso iba a quedar de ellos hasta que él volviera.
La tarde que Santiago hizo los frascos para Mara, era muy soleada, una plena tarde de verano. Ella se sentó en un tronco de madera, revoloteando las piernas, a mirar como hacia los frascos, y entre risas y llantos, se sacaban algunos besos.
Santiago le dijo que si tiraba una canica significaba que de a poco el amor que ella sentía por él se estaba desvaneciendo, que tenia que guardarlas todas, todas y que las iban a contar juntos. Él la miro riendo, y beso sus mejilla aquietando sus labios en ellas por unos instantes, secando sus lagrimas. Ella le comento que cuando quisiera que él la recordara pensaría fuerte fuerte en su nombre y abrazaría con mas fuerza aún la camisa que él iba a dejarle, y así una brisa fría llegaría hacia donde él estaba, volando, en forma de beso ...
-“El día que Santiago partió, no fui a verlo, me quede mirando detrás del vidrio como su cuerpo se alejaba de mi, dándome la espalda, mientras yo colocaba canicas.
En todo este tiempo me quede pensando por que no diste la vuelta, tan solo una vez aunque sea para mirarme y que veas como me dejabas; el por que de tu viaje nunca tuvo explicación alguna, decías que me amabas tanto, que querías lo mejor para mi, pero bueno será que el humano tiende a prometer cosas, no lo sé ...
Comenzó a hacer frió, aún no tengo noticias tuyas, solo las palabras de Celina, la nena que jugaba a la rayuela a la vuelta de casa; me regalo semillas de jazmines, dijo que enterrara tu amor, que ya no volverías, y que dejara que una nueva flor naciera en mi, obviamente no le hice caso, los chicos suelen ser tan graciosos y dulces a veces ...
Pasaron los días y no hay mas frascos, no al menos de los que vos hiciste, Celina me acompaña todas las tardes, me hace reír porque sigue insistiendo con los jazmines; intenté hacer mas frasquitos, como los que habías hecho, pero no me salen, no puedo, y ya no tengo donde guardar las canicas, estoy enloqueciendo pensando. Me muero si llegas y ves mi amor desparramado en el suelo, no me lo perdonaría nunca ... “
PD: “ y vos ... pudiste perdonarte haberme dejado así? ”
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