Odio este rencor aguardentoso que quema la garganta y enrojece los ojos. (Tambalean los pasos en las salinas) Uso los últimos puñados de llanto para quemar mi carne y alimentar, bajo un sol perpetuo, mi venganza silenciosa. Ya no te librarás de mi. Sólo queda un rastro de mi sangre y te maldigo...
Texto agregado el 15-03-2012, y leído por 318 visitantes. (5 votos)