LA MUERTE DE LA BLANCA NIÑA ¡Ya no miran sus ojitos de estrellas! ¡Qué suave está su sonrisa! ¡Qué nívea blancura la cubre! ¡Sus manos aún están tibias! ¡Dios mío! ¡Qué pronto se quedan tan frías! ¡Su rostro de Ángel se torna en calma! ¡La cubre la calma! ¡Su vocecita de azúcar se calla! La niña ha partido! ¡Sin siquiera emitir un sonido! ¿Ha logrado reposo su cuerpo dolido? Entre nubes y diademas preparan su cuna ¡Ay, mi niña! ¡Si parece que sólo te hubieses dormido! ¿Esperas a tu príncipe que bese tus labios? Y muy quedo al oído te diga: ¡Levántate y anda! ¡Duérmete mi niña, duérmete! ¡Duérmete mi sol! ¡Qué aunque tu madre se quiebre en dolor! ¡Te promete por siempre cantarte arrorró! ¡Tú, sólo descansa! ¡Duérmete mi niña, Duérmete mi sol!
Texto agregado el 15-03-2012, y leído por 238 visitantes. (14 votos)