Liberaba países, cruzaba fronteras, rescataba damiselas en apuro, era todo un caballero, estaba listo para luchar, siempre tenía su armadura bien lustrada, muchos dicen que dormía con un ojo abierto por si se arrimaba el enemigo.
Pero se hartó, se hartó de ser solo un caballero, él quería ser un rey, pensaba mientras miraba por la ventana de una torre, estaba cansado nunca estaba libre, la gente lo aplaudía cuando ganaba una batalla pero luego lo olvidaban y volvía a ser solo un caballero.
Se paseaba por el reino con su noble corcel blanco y su espada, las damas suspiraban al verlo, pero ellas no lo llevarían al trono por eso solo les sonreía. Cuando no tenía trabajo se acercaba la taberna más cercana y charlaba con los otros caballeros, que como el, estaban hartos de solo servirle al rey.
Una mañana el clarín sonó, todos los caballeros se acercaron al castillo del rey, se aproximaba una batalla y el enemigo tenia de rehén a su princesa, entonces la reina dijo desde su ventana: “Aquel que sea lo suficientemente valiente para enfrentar al enemigo y rescatar a nuestra hija, se casara con ella y heredara el trono” El caballero pensó que esta seria, tal vez, su única posibilidad de cumplir su sueño, pero él siempre había dicho que quería casarse con una persona que verdaderamente amara y además su padre le había dicho que nunca renuncie a un sueño por otro, que debía cumplir ambos o ninguno y él siempre le hacía caso a su padre.
De todos modos debía ir a la batalla porque él era un caballero noble, sin titubear un segundo se subió a su caballo y lucho durante toda la batalla como siempre lo había hecho, incluso mejor que nunca. Pasaban los días y la lucha no cesaba, estaba por amanecer y el no soportaba más el cansancio, los ojos se le cerraban y no podía mantenerse despierto, estaba lejos del campo de y aun así se sentían los ruidos de la batalla, se acercó a un árbol y se bajó de su caballo y se sentó junto a él, apenas logro dormirse siento gritos, pero no eran gritos de hombres que luchan, el conocía muy bien esos gritos, era el grito de una damisela en apuros, se puso de pie y monto en su caballo, escucho atentamente para ver de dónde venía el grito y noto que era de adentro del bosque.
Entro deprisa, sin dudarlo, aunque no quería casarse con ella, era su deber, él era uno de los mejores caballeros del reino y el rey y la reina lo sabían muy bien. Diviso una torre, jamás la había visto antes y aun así parecía muy vieja, de ahí provenían los gritos, con un poco de fuerza y ayudado por su espada logro abrir el candado y abrir la puerta subió de prisa la escalera y ahí estaba ella, encadenada a una pared, sucia, con las ojeras por el piso y su cabello despeinado, aun así seguía siendo la hermosa princesa que él conocía, ella lo miro, pero no le dijo nada, su mirada seria y expectante penetraban cada parte de su cuerpo, ella no lo conocía, pero ella había visto mis veces aunque de todas formas jamás había notado que era tan hermosa. No temas vengo a salvarte, soy un caballero de tu padre, le decía repetidamente y aun así ella seguía gritando.
Cuando la libero, ella le dijo, no importa lo que diga mi madre yo no me casare contigo, menos después de que me hallas visto en este estado. El articulo una sonría y la tomo de la mano, la condujo por las escaleras hasta su caballo y cuando salían el clarín volvió a sonar su reino había ganado la batalla, todos los caballeros estaban de regreso.
Cuando todos los demás llegaron al castillo, el rey pregunto por su princesa y nadie supo contestarle, mientras se acercaba a consolar a su esposa todos los caballeros le dieron paso a el corcel blanco y nuestro caballero entro flamante con la princesa sobre su caballo el rey dijo tendremos un nuevo rey en poco tiempo y la princesa grito, ¡Me niego a casarme con él! Y el rey contesto, no sabes lo que dices, estas enfermas, sube a darte un baño, lo hablaremos después.
La princesa se arrojó de una torre, el caballero no acepto la corona y se fue del reino, algunos aldeanos dicen que reina otras tierras, otros que aun busca su princesa pero yo creo que ella volvió a casa sin gloria, ni príncipe azul y él se fue del reino sin corona ni adoración.
Podremos ganar batallas pero la guerra entre nuestros sueños y la realidad será eterna.
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