¿Recuerdas el mono,
aquel que tocaba el violín?
Ya no tiene pulgas
hoy se encuentra
apoyado en la húmeda pared de aquella casa
la cual conoce
pero sin comprenderlo
no quiere entrar
Acariciarle el cabello
aterrado, imaginando
que se puede molestar
Hoy, corriendo por el desierto
sin destino
tan solo en línea recta
atropellando todo a su paso
el odio, la ira
el amor
y a lo mejor
cuando el cuerpo se rinda
a las fuerzas de sus posibilidades
fundirse en una nube
en forma de algodón
y rebotar en ella
y olvidarse de la existencia
borrar en un parpadeo
el deseo
el anhelo
la ansiedad
que condujo a todo esto.
Texto agregado el 28-07-2004, y leído por 126
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