Hoy me desperté mareada, vos estabas junto a mi como todos los días tan hermoso...
Baje de la cama el calor que se despide en estos últimos días de verano me aturdía mientras mis huesos crujían por dentro desanimados, me abombaba ver la ropa en el suelo y el cuarto sin limpiar sabiendo que me esperaba un día de esos que no queres camine hacia el baño.
Nos levantamos tarde como siempre, esas horas que me angustian sin llevarme a ningún lugar haciéndome sentir revuelta sumado al dolor de mi cuerpo y una noche de fiebre de la cual dudaste.
Vos y tu extraño amor de no cuidarme, de no nombrarme, como si estos últimos cuatro años hubiesen sido toda una ilusión mía, una mentira a punto de llegar a la verdad den encontrarme sola como si con cada sonrisa tuya me fui alejándome de la mia hasta verme tan triste, tan fea, destruida.
Solo el dolor y el miedo permanecen en cada salida de ese sol para mi tan tenue, subiendo y bajando escaleras, sabiendo que debo apartarme de vos pero que cada vez estas mas adentro. No entiendo como pude dejar mi vida en el camino, la cual ya no reconozco... A lo lejos veo esa chica que recién comenzaba a vivir esperando con sus maletas que vuelva a buscarla pero tu mano sostiene la mía en ese laberinto tan oscuro del cual vos entras y salís dejándome riendo y otras veces llorando en un estado vegetativo llamado amor.