CASI CAMBIO UN SAPO POR UN CAMALEÓN...
El almuerzo es una delicia y la compañía de mi novio, hace grata la conversación, sin embargo, hay algo que perturba mi mente y como pequeños rayitos eléctricos aflora en medio de todo, dejándome por instantes pensativa y distraída...
Maximiliano me consulta si estoy bién y debe volver a preguntar ya que la primera vez mi mirada está en el vacío y no he logrado escuchar... Un vacío para él, pero para mí ése vacío tiene contenido...Una experiencia que jamás olvidaré...Recuerdo el rostro de quien de un tiempo a esta parte había logrado atraer mi mirada. Alto, tez blanca, cabello dócil, levemente pintando canas, ondeado; Ojos café y una sonrisa...su sonrisa...¡me encantaba! ¿El cuerpo? ¡No tengo idea! siempre era su mirada, su sonrisa lo que atraía mi atención. Quiero escuchar su voz, pero no es posible. Siempre pasó junto a mí y nada más. Hasta ayer, cuando sin querer (queriendo) tropecé justo en el momento que pasaba por mi lado y estuve a punto de caer en sus brazos, alcanzó a sostenerme de ambas manos y yo, levantando la mirada no pude evitar sonrojarme y casi balbuceando, como tartamudeando le dije... dis...disculpa. Su mirada fue tan tierna y su boca sonrió y pronunció lo que para mí fueron dulces palabras... No te preocupes, ¿estás bién?. ¡Qué amoroso... se preocupó de cómo estaba...! y nuevamente con palabras entrecortadas dije, Sí..si.. muchas gracias.
Después de ésto cada uno siguió su camino no sin antes yo percibir el exquisito aroma de su perfume.
Y así cada uno se alejó... ¡Qué ganas de preguntarle su nombre! De volver a sentir sus fuertes manos, escuchar su voz, sentir su mirada, embriagarme de su perfume...¡Qué hombre!
Pero lo que realmente ocupa mi mente en este momento y me distrae es un encuentro muy especial con él, un encuentro que me marcaría...Hoy por la mañana, horas antes de almorzar con mi novio, en un semáforo con luz roja, se ubicó él, mi amor platónico, nos estacionamos uno al lado del otro, volví a sonrojarme... él giró levemente su cabeza hacia el lado en que yo estaba y dándose cuenta de mi presencia esbozó una sonrisa y tras una breve venia lo ví partir en el instante que vio la luz verde. No lo pensé dos veces y lo seguí, cautelosamente, que no me viera... conducimos por las calles de la ciudad y para mí era como en una novela, en que la protagonista sigue al joven hasta encontrarse retirados de todo y de todos para amarse y desatar sus pasiones guardadas, ocultas, quizá prohibidas...
Fueron 12 ó 13 cuadras... no pude contarlas, lo único que tenía en mente era saber a dónde iba mi adorado amor platónico a las 11:30 de la mañana. Él detuvo su auto frente a un adificio que hacía poco habían inaugurado en la ciudad, y yo no lo dejaba de mirar, era tan atractivo, su caminar... Bajé de mi auto y con paso seguro pero cuidadoso, me ubiqué a pocos pasos de él, en la entrada del edifico otro hombre más o menos de su edad lo esperaba, se dieron la mano con afecto y entraron. Caminaron por el recibidor, subieron al ascensor y yo, yo esperé a ver en que piso se detenía y tomé el siguiente turno de esa caja metálica que aún guardaba el aroma de ese perfume varonil. Se abrió en el piso 11 donde había visto detenerse momentos antes y salí presurosa hacia el pasillo. El lugar era un hotel, pero no un hotel cualquiera... era de primera, en donde aparte de alojamiento, habían salones para congresos o reuniones, sala de cine, un Spa y un Restorant de cocina internacional. Pasaron 15 minutos y yo todo ese tiempo imaginando en que habitación estaría mi adorado amor platónico manteniendo una reunión de negocios...¡sí, porque seguramente a eso vino! De pronto, lo ví salir de una de las habitaciones y... ¡Qué extraño, no llevaba la ropa, sino un diminuto traje de baño...! ¡Oh! Estaba más guapo que nunca... se veía bárbaro, sexy, varonil. Traía su pecho y espaldas desnudas, además de sus piernas, el diminuto traje de baño que dejaba todo a la imaginación y ¡por Dios! si una cosa yo tengo es I m a g i n a c i ó n...!
Detrás de él, en las mismas condiciones el otro varón, caminaron por el pasillo y conversando sonrientes subieron las escaleras, por supuesto yo hice lo mismo aunque obviamente me llevaron la delantera, no debían verme.
Al llegar a la azotea, una suave brisa rozó mi cara, agradable, tibia. Caminé guiada por unas sonrisas y sonidos de agua, y ahí en mitad de una gran piscina se encontraba mi amor platónico ¡Abrazado al otro hombre! me quedé congelada sin poder avanzar y obviamente en un silencio sepulcral. Mi amorcito, mi varonil hombre estaba besándose y acariciándose con el otro. Los ví jugar como niños en el agua y cada roce de sus cuerpos provocaba un suspiro de ambos acompañado de largos y eróticos besos, cuando ví que lanzaron sus trajes de baño hacia un costado de la piscina, ellos totalmente desnudos y yo completamente desilucionada... me retiré del lugar, no sin antes escuchar esos gemidos que tan sólo con mi novio me encanta escuchar y pronunciar.
Y aquí estoy, almorzando con Maximiliano, quien vuelve a preguntar si estoy bién... qué me pasa, y sonriendo, tomando su mano respondo que no es nada, que sólo disfrutaba de la música que suavemente nos acompañaba; Y mientras le sonrío tiernamente, pienso...él no tiene una seductora mirada, por lo menos a estas altura ya no, (llevamos 5 años de pololeo y 2 de noviazgo), su sonrisa sólo la consigo de verdad después de haber estado juntos y susurra a mi oído que soy genial..., su cabello , su cabello... queda tan poco de él a pesar de sus 42 años; Sus manos de ellas puedo decir más, siempre ha sido tierno, de piel, muy cariñoso, jamás he podido disgustarme
por más de un minuto con él, por que al instante acaricia mi rostro y sin decir palabra cubre con su boca la mía entregándome un delicioso placer... Él es el hombre que amo, él es quien me ama...

Y sigo ahora mi vida, con una inmensa lección, "las apariencias engañan"... más vale mi "sapito querendón", que un "buen mozo y sonriente camaleón...".