En la alborada de un sentimiento pretérito,
pequeñas pasiones y absurdos caprichos,
forjan los momentos que aún no llegan.
Agitan los espejos la absurda insistencia
en el vestíbulo de un amor escondido.
Ya nada será igual luego que, a tientas,
cerque con mi brazo el amanecer de tu cintura.
Olvidaré que te amé, amándote fugaz,
para amarte comiendo sueños a cielo abierto.
En la nada y en voz baja, una sonrisa ficticia,
volverá a escribir vivencias en preparación.
Al acecho, mi adicción a la vanidad de tu orilla,
me hará caer una y mil veces en tus voces marinas,
en esa llovizna matinal que baña mi cuerpo,
con el ultimo desconcierto y el primer beso,
que arranca, pasional, tu alegría en mi piel,
mientras, en regalo, tus ojos también se llueven. |