Mas allá del sol existe un reino conocido como el reino de la Luz, allí habita un pastor muy particular, este pastor tiene un pequeño rebaño de ovejas, y las mantiene muy protegidas en corrales cuyas cercas están formadas por lazos de un material muy controvertido llamado amor.
El pastor acostumbra abrir los portones del corral para dejar que sus ovejas salgan a pastar al mundo, para que así complementen el rico alimento con que las mantiene. Las ovejas entonces deambulan por el mundo comiendo flores y pasto silvestre.
Habita en el mundo un criador de marranos, cuyo corazón está más turbio que la porqueriza donde se revuelcan sus animales, sus manadas exceden por millares al rebaño del pastor, y la actitud de los puercos hacen honor a su nombre. El criador de marranos envidiaba la paz y la concordia que se reflejaba en el rebaño de las ovejas, e imposible le era observar de frente al pastor de ovejas cuyo resplandor y pureza le herían gravemente y le hacía huir de su presencia.
Las ovejas, criadas en una unidad perfecta, conversaban entre si, y aunque a veces tenían dificultades y surgían chismes de la una hacia la otra el conjunto indivisible lograba solventar las diferencias y proseguir su comunión.
La mente del criador de marranos, perversa por naturaleza ideó cierta vez una manera de dañar la paciencia del pastor. Condujo su manada hasta donde pastaban las ovejas y mezclando los dos grupos las obligó a dirigirse a la porqueriza, donde cubrió de barro a las ovejas hasta hacerlas irreconocibles, así las ovejas y los puercos de unieron en un grupo homogéneo donde no podía distinguirse a uno de otro animal, las ovejas se comunicaban con sus iguales, y chismeaban y conversaban en su particular lenguaje, y los cerdos queriendo congraciarse intervenían en la tertulia, pero no podían, porque el idioma del marrano en nada se parece a la lengua tierna que hablan las ovejas.
Al caer la tarde, cuando ya la oscuridad se hacía inminente, el pastor hizo el llamado a su rebaño con aquel pitido inconfundible, al cual acudieron las ovejas al instante, pero los cerdos al ver que aquellas se movilizaban les imitaron sabiendo que en los corrales del pastor habían alimentos celestiales. Pero no pudieron subir por el puente de arcoíris que llevaba de regreso a los corrales con lazos de amor.
El pastor, viendo la trágica situación ideó una manera de recobrar a sus ovejas, dirigiéndose a un límpido lago se colocó a la orilla, uno a uno fue tomando los animales e introduciéndolos completamente en el agua les sacudía, así el barro se disolvía y separaba entonces a ovejas de marranos, uno de los marranos, astuto logró imitar el balido de una oveja, al ser sacado del agua el pastor le puso junto a su rebaño, el quería subir el arcoíris y comer los deliciosos manjares que le esperaban en el reino de luz, pero el calor que irradiaban las ovejas pronto le hizo pensarlo mejor y raudo volvió a su porqueriza, otros cerdos, viendo lo que acontecía decidieron seguir al disidente y no esperando a ser lavados volvieron a su mundo de inmundicia en el cual sentían complacencia.
Un cerdito, que miraba las acciones del pastor, vio como cada vez que él lavaba un animal y descubría que era oveja, lleno de amor le estrechaba entre sus brazos y luego cuidadosamente le ponía junto a sus compañeras, viendo esto el cerdito recordó el maltrato de su amo y entendiendo el concepto amó al pastor y quiso ser oveja, llegado su turno su corazón se estremeció, sabía que al ser lavado sería nuevamente un marranito, y en lo profundo de su corazón anheló ser transformado.
El pastor tomó el cerdito, le metió en el agua, el cerdito sintió que moría, la experiencia sobrenatural de aquella acción le pareció demasiado para él, y sintiendo una paz incomprensible se abandonó en las manos de aquel Señor, pero al salir sintió como el pastor le llevaba a su regazo, le abrazaba y le ponía entre las ovejas, la fuerza del amor le había transformado en una más del rebaño, y balando de alegría, comenzó a subir el arcoíris, rumbo al reino de luz, donde el pastor le cuidaría, rodeado de los lazos de amor.
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