REGRESO AL COLEGIO

El primer día de clases era siempre muy especial, pues nos juntábamos en el patio del colegio, esperando la campana para hacer las filas frente a cada sala de clases. Todos muy compuestitos, con uniformes nuevos, zapatos impecables, intercambiando las vivencias de nuestras vacaciones de verano. Habíamos pasado a quinta preparatoria con diez años y nos sentíamos jóvenes grandes.
-¡Yo estuve en el norte en una playa espectacular! - Nos decía el pelado Acosta.
-¡Yo fui algunos días con mis dos hermanos a la casa del hermano de mi papá, que está más al interior de Melipilla! – Contaba el huaso Gutiérrez.
-¿Anduviste a caballo? – le pregunté.
-Claro que anduve a caballo, es muy rico y esta vez no me caí. – Me contestó Gutiérrez.
El flaco Zubia, era el más alto del curso, nos miraba y disfrutaba con lo que contaba cada uno de nosotros. Hasta que nos dijo:
-Yo no fui a ninguna parte, pues mi abuela materna se enfermó y estuvo todo el verano muy delicada de salud y mi madre se dedicó a atenderla día tras día.
El grupo siguió creciendo, y cuando faltaban cinco minutos para las ocho y media de la mañana, nos habíamos juntado unos veinte alumnos.
A las ocho y media sonó la campana y nos formamos frente a la sala de la quinta preparatoria A. Al poco rato llegó el señor San Martín con el libro de clases bajo el brazo, quien sería nuestro profesor jefe. Abrió la sala y nos hizo ingresar a ella. Nos fuimos ubicando en los pupitres a medida que íbamos entrando. Cuando pasó el último, el señor San Martín cerró la puerta y se fue a ubicar al escritorio del profesor en la parte delantera derecha de la sala. Nos saludó diciendo:
-¡Muy buenos días estimados alumnos! – Y le contestamos al unísono.
-¡Buenos días señor San Martín!
-Espero hayan tenido unas lindas y descansadas vacaciones. Muy merecidas por lo demás. Creo adivinar por las caras sonrosadas que traen, deben haber cargado muy bien las pilas, para aprender los ramos de este año.
-Voy a pasar lista y a medida que los vaya nombrando van a ir ubicándose en los pupitres alfabéticamente por sus apellidos, partiendo por el que está acá frente a mí.
Comenzó a pasar lista, y junto con decir “presente señor”, nos fuimos ubicando seguidamente en los distintos pupitres, de izquierda a derecha.
Una vez ya ubicados cada uno en su pupitre definitivo, miré alrededor de la sala y vi que había cuatro de ellos vacíos, entonces llegamos solo veintiocho alumnos.

A continuación el profesor San Martín, se levantó de su asiento, se dirigió a la pizarra, tomó una tiza y comenzó a escribir el calendario del curso, detallando los horarios, los ramos y los profesores que tendrán a cargo cada ramo.
-¡Jovencitos!, tomen nota del calendario del curso, para no tener problemas con los ramos y con los horarios. -- Luego nos dio un tiempo adicional. Pasó un rato y nos dijo:
-Ahora quiero preguntarles si leyeron algún libro en las vacaciones. – Todos nos miramos y solo vi levantar la mano a diez alumnos.
-Parece que la gran mayoría se dedicó a descansar y a pasarlo muy bien. Pero eso está bien, pues siempre es muy bueno dedicarle algún tiempo a leer libros interesantes, nos educan, nos enseñan y aprendemos vocabulario y a expresarnos mejor.
-Les haré otra pregunta. ¿Quién de ustedes leyó algún diario, alguna revista o historietas?
En esta ocasión, prácticamente todo el curso levantamos la mano. Entonces el señor San Martín se sintió contento y dijo:
-¡Así me gusta! – Ven que todos leyeron algo, incluso historietas, pues todo ayuda en mayor o menor medida a mejorar nuestro vocabulario y a comprender mejor las cosas.
El profesor San Martín era un excelente profesor de castellano, lo sabíamos por los comentarios de los alumnos que ya habían estudiado con él. Tenía un método muy agradable de enseñar, logrando motivación para leer, para escribir bien y comprender lo que se leía.
-Este año, tendrán como tarea de todo el año, hacer una copia diaria de lunes a viernes, de una página en el cuaderno de castellano, y debe incluir un pequeño dibujo acerca del tema. Estoy seguro que al terminar el año serán lectores motivados y escritores con una excelente ortografía.
-Ahora jovencitos, deseo que conversemos de sus vacaciones. ¿Quién quiere comenzar contando su experiencia? – Entonces Guido levantó la mano y el profesor le pidió que nos contara.
-Señor San Martín, yo fui a la playa de Punta de Tralca a nuestra casa de veraneo y me reuní con varios primos con los que hicimos excursiones por los alrededores, por las rocas y nos bañamos mucho. También aproveché de leer, pues en la casa, mi papá guarda muchas Selecciones del Reader´s Digest, y un día me dijo que eran míos, los podía leer y descubrí que había muchas historias de casos reales muy entretenidos y emotivos.
-Muy bien, alguien más desea contarnos sus vacaciones. – Entonces el huaso Gutiérrez levantó la mano y dijo:
-Profesor San Martin, yo vivo en Melipilla en el campo, con mi familia. Hay caballos, cerdos, vacas, gallinas, gallos, y me entretengo mucho ayudando a alimentarlos. También aprendí a montar a caballo y eso me gusta mucho. Este año no me caí como el año pasado.
-Gutiérrez, ¿leyó algo cuando no estaba alimentando a sus animalitos?
-No señor.
-Entonces espero que este año se motive mucho y comience a leer, pues si le gustan tanto los animales y el campo, debe aprender a tratarlos, a alimentarlos, qué hacer cuando se enferman. - ¿Está de acuerdo conmigo?
-Si señor San Martín. Me gustó la idea de leer sobre los animales.
En ese momento sonó la campana que indicaba el primer recreo del día y el primero después de las vacaciones. Ya habíamos regresado al colegio.

Guillermo Gaete C. - Alfildama ©
18.07.2011