A mi amigo Alejandro Molina por “sembrarme” el problema.
- ¡¡ Orden en la sala!!
El juez Johnson golpea enérgicamente su martillo de madera mientras la multitud en la sala habla en alta voz.
- ¡¡ Señores, de continuar interrumpiendo procederé a desalojar la sala!!
El martillo del juez no cesa de golpear hasta que la concurrencia baja la voz. El rostro enrojecido y furioso del juez parece a punto de estallar. Mirándome de reojo en el banquillo de los testigos, me repite:
- Detective Martin, le recuerdo que está bajo juramento.
- Lo sé su señoría. Sólo estoy repitiendo los hechos tal como están registrados.
- Muy bien, entonces ¿tendría la bondad de explicar coherentemente lo sucedido?
Suspiro y comienzo nuevamente:
- Según mis investigaciones el acusado llegó a la empresa a las 22:50 horas, este hecho consta en los registros de ingreso a través del acceso electrónico digital; mediante huella dactilar, las cámaras de seguridad también captaron el ingreso a la misma hora. Debo recordarle que dichas cámaras sólo operan ante el movimiento y se registran en los archivos electrónicos de los servidores de seguridad ordenados secuencialmente por hora.
El juez me mira furioso y entorna los ojos.
- Prosiga detective
- Entonces, el acusado esperó pacientemente una hora y procedió a cometer el crimen. Otra cámara de seguridad muestra a la victima retirándose de su escritorio a las 23:40 aparentemente con destino al baño. El asesinato no fue registrado ya que en el lugar del crimen no existían cámaras de seguridad. Pero puedo afirmar que el acusado es el principal sospechoso ya que su arma fue hallada en el lugar del crimen; aunque las huellas en la misma habían sido cuidadosamente borradas. Adicionalmente pude averiguar que el acusado tenía motivos personales para perpetrar el asesinato.
El juez parece que está a punto de saltarme encima del cuello. Clava sus ojos en los míos y me dice:
- Ahora, lentamente, ¿podría explicarle al jurado a que hora se retiro el acusado de la empresa?
- Sí señor Juez, según los mismos registros de acceso y las cámaras de seguridad se retiró a las 23:10. También consta que el acusado fue fotografiado por una cámara de seguridad de transito a pocas cuadras de la oficina a las 23:15..
Nuevamente estalla la concurrencia. El juez golpea con furia su martillo.
- ¡¡¡Orden!!!...¡¡¡Seguridad, desalojen la sala!!!
El proceso de desalojo dura quince minutos mientras espero en el banquillo sintiéndome miserable. El juez llama a cuarto intermedio y dirigiéndose a mí, me indica que lo acompañe a su despacho privado.
- ¡Esto es inaudito, detective Martin!, ¿puede explicar su comportamiento o pretende engañar o entorpecer a la justicia?.
- De ninguna manera señor Juez. Si me permite, trataré de explicárselo de manera tal que lo entienda, le ruego me tenga paciencia.
Siento que al juez le encantaría tener mi cabeza en una bandeja para su desayuno. El hombre me mira furioso y me indica:
- Sólo una vez más, soy todo oídos.
- Sr. Juez, antes de comenzar debo hacerle una pregunta. ¿Cuántas horas tiene el día?
El juez me odia, la mano tiembla sobre su escritorio… respira pausadamente y me contesta:
- Veinticuatro horas Martin… ¿qué mierda tiene que ver con todo esto?
- Sr. Juez, usted recuerda haber cambiado la hora el sábado 18 de abril del corriente año 2009?.
- Sí, Martin, lo recuerdo, toda la costa oeste de los Estados Unidos adelantó una hora a las 24:00 horas de la noche de Abril, pasando el reloj a las 01:00 horas del domingo, el propósito es aprovechar mejor la luz del día en verano. ¿A dónde carajo quiere ir?
Tratando de no sonar suficiente le explico.
- Entonces el siguiente domingo 19 tuvo 23 horas. Ahora bien. Su señoría podrá corroborar que, efectivamente, ninguna acción de ningún tipo tuvo lugar ni quedó registrada en toda la costa oeste entre las 24:00 horas del sábado 18 y las 01:00 horas del domingo 19. Nada ocurrió, digamos, a las 0:30 del domingo. ¿Me entiende?
- Entiendo, e insisto, ¿a dónde quiere ir?
- Su Señoría, el efecto opuesto del cambio horario se realizó el sábado 19 de setiembre. Usted recordará que a las 24:00 horas de dicho día debimos atrasar los relojes a las 23:00 horas del mismo día. Ese día tuvimos 25 horas y esa noche fue la noche del crimen.
El juez empieza a mirarme con otros ojos.
- ¿Entonces?
- Los sistemas registran eventos y dichos eventos están asociados y ordenados por fecha y hora. Las cosas ocurrieron de la siguiente forma:
El acusado entró a la empresa a las 22:50, y quedó registrado a esa hora. Estuvo esperando fuera de las vistas de las cámaras de seguridad una hora hasta las 23:50 cuando procedió a asesinar a la víctima en el baño donde no hay cámaras. A las 24:00 horas los sistemas informáticos automatizados cambiaron los horarios de toda la empresa volviéndolos nuevamente a las 23:00 del mismo día. El resultado es que esa noche “vivimos” dos veces entre las 23:00 horas y las 24:00 horas. El acusado limpió la escena del crimen mientras transcurrían veinte minutos hasta las “nuevas” 23:10 horas en que se retiró y quedó registrado.
Por primera vez el juez sonríe.
- Entonces el acusado es culpable.
- Si y no, su Señoría.
Su cara enrojece nuevamente.
- ¿Martin?, ¿y ahora qué problema tiene la justicia para procesar al culpable?
- Un problemita Técnico, Señor Juez.
- ¡Explíquese!
- Su Señoría. Como efecto inverso al primer cambio de horario, y a la propia incapacidad de los sistemas y de nuestros relojes de procesar días de más o de menos de 24 horas; en esta oportunidad los sistemas superpusieron los eventos ocurridos ordenándolos en orden creciente según los horarios registrados, sin reconocer la primera vieja hora de 23:00 a 24:00 de la segunda nueva en el mismo lapso. No tenemos forma de distinguir si entre la entrada del acusado a las 22:50 y la salida a las 23:10 pasaron sólo veinte minutos o una hora y veinte.
- ¿Entonces el acusado es técnicamente inocente, ya que técnicamente no estaba allí?
- Si técnicamente, lamentablemente las pruebas lo exoneran, el acusado se retiro a las 23:10 mientras que la víctima estaba viva a las 23:40…
- ¿Entonces debo dejarlo en libertad?
- Mucho me temo que sí, Señor Juez.
Abatido el juez, me mira con tristeza. Por primera vez me agradece y me pide que me retire. Me levanto y al salir de su despacho, cuando estoy por abrir la puerta me llama nuevamente.
- ¿Martin?
- ¿Si su Señoría?
- ¿Por qué no habló claro y explicó el caso en el tribunal como lo hizo aquí?
Suspiro y digo.
- Señor Juez, la justicia ya tiene demasiados “problemas técnicos” que son aprovechados por los criminales, no quise “explicarles” uno nuevo.
Retirándome, cierro lentamente la puerta del despacho mientras veo el rostro del Juez que con tristeza me sonríe agradecido.
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