No había leído en estas páginas un testimonio tan grande de fe cristiana como el que nos dio Reybell en su reflexión “Homenaje Póstumo, el 28 de febrero.
Y nos relata LLÍ, el testimonio que dio alguien en la Misa del adiós cristiano, sobre la generosidad del hermano de Reybell que hace poco falleció.
Ante los vaivenes de la historia, en la Iglesia Católica pasamos por un período de puritanismo que, felizmente, va quedando atrás, mirando de nuevo al Dios de la Vida siempre misericordioso.
Cuando fallece alguien, se alaban sus méritos y bondades, dejando de lado las debilidades humanas, que siempre las hay. creo que así es el corazón de Dios: No mira tanto las faltas cometidas sino el bien que se haya hecho. Los que quedamos nos encargamos de pedirle a Dios que perdone lo negativo.
No es que Dios haga la vista gorda. Es que él sabe que somos débiles, ya que nos hizo de barro y… muchas veces la embarramos.
Y ¿por qué pienso y escribo así? Porque en la esencia de Dios está el ser acogedor y siempre misericordioso. Otro por qué: Porque Dios es nuestro Padre. Somos sus hijos y nos ama. Así lo enseñó Jesús, con sus palabras, y sobre todo, con sus obras, porque él es el rostro visible de Dios.
En su escrito anterior sobre su hermano, “Dame un poco de tu tiempo”, emití mi opinión sobre su contenido. Y me prometí a mi mismo celebrar la Eucaristía por el eterno descanso del hermano de Reybell, y la paz y esperanza de sus seres queridos que lo lloran. La esperanza del reencuentro en la Casa del Padre Dios. Lo hice por dos veces, como lo hago con todos lo que me lo piden o veo necesario.
Cariñosamente a mi amigo virtual, y hermano en Cristo, Reybell.
Ignacio.
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