Miro por la ventana, veo las calles bañadas de la luz de la seis de la tarde, con un sol que se aferra a la vida, pero que nuevamente muere en un ocaso, es entonces cuando siento tu ausencia. Recuerdo que era aquella la hora que más anhelaba cada día, porque estábamos juntos y no me importaba que el sol se ocultase, a tu lado no me producía esta sensación de soledad, era sólo un día dormido que despertaría en un amanecer lleno de ti. Aún hoy, no muere mi esperanza de verte, ansiosa miro las calles queriendo encontrarte al dar vuelta la esquina, y es como una visión, te veo, eres tú quien se acerca sonriente, me quedo muda... y cuando voy a pronunciar tu nombre, desapareces y queda la imagen de un desconocido, y mi corazón anhelante, aún latiendo de emoción se rompe en llanto, ha descubierto que sólo era una visión, era un rayo de luz y una sombra jugando a ser tú.
¡Qué extraño sentimiento dejaste en mi alma!, aún cuando nunca tu aliento tocó mi piel, yo te necesito. Recuerdo tu risa, tu mirada, los gratos momentos compartidos, las gotas de agua en tu rostro aquel día de lluvia, cuando caminábamos por esas calles, hoy tan vacías. Me he quedado sola, las calles están tan vacías, las he recorrido una y otra vez, a veces con una sonrisa en los labios, porque siento que tú vas conmigo, y otras..., otras ahogando mi llanto, de ver en estas calles desconocidos que ríen y se aman, gentes que pasan, y tú no estás entre ellos...