(Episodio completo, pero continuación de "El Muñeco". De "El Cura de los Brujos")
Pero, ¿cómo es la historia del Choco y de su muerte?
Cuando se supo que el Choco era quien repartía drogas, las autoridades no oficiales se reunieron. Eran los mismos que me dieron la bienvenida al llegar a la parroquia.
Han de saber que hay “autoridades oficiales” en la comuna: El alcalde, los Concejales, el teniente de carabineros, el juez. También, algunos consideran “autoridad oficial” al cura párroco, etc. Todos ellos residentes en Pueblo Nuevo, o en cualquier parte menos en Los Brujos, salvo el cura párroco de estos últimos.
Y existen las “autoridades no oficiales”, designadas por los propios brujuleños cada año bisiesto, en la Noche de San Juan: Cinco varones o mujeres de respeto..., y el cura, cuando se lo merece, como el padre Rosales o... este servidor.
“Los Viejos” los llaman, cariñosamente. Actúan con el mero peso y derecho de la confianza puesta en ellos por decisión mayoritaria. Los carabineros, gracias a Los Viejos, no son necesarios, salvo cuando hay algún accidente o, para vergüenza de los brujuleños, con ocasión de una muerte sospechosa o de un crimen, como en el caso del Choco
Después de haber deliberado, Los Viejos fueron a hablar con el Choco. Este se mostró renuente al comienzo y furioso después. Cometió el grave error de insultarlos. (Los Viejos son siempre muy respetables y respetados). Se retiraron mortificados, sin responder a sus despropósitos, y dieron cuenta al pueblo.
La era del hielo cayó sobre el díscolo. Los drogadictos fueron conminados a dejar la droga, y con el punto de vista de algunos vecinos, les quitaron la adicción. El Choco quedó sin clientes.
Como fue la señora Raquel la que lo descubrió, fue a insultarla y la amenazó. También yo, por ser ella del Consejo Parroquial, recibí mi rociada. El hombre estaba desesperado.
Traté de dialogar con él. Era la oportunidad de empezar una nueva vida, pues él tenía muchas capacidades para ganarse la vida como Dios manda; que gustosamente lo recibiríamos en la comunidad cristiana. Se cumplió en mí la Palabra bíblica: “Da consejos al necio y te insultará”. Recé por él.
A la par, don Lorenzo, el padre de Laura, la de la historia del muñeco, tuvo que conversar con el Choco, pues este recurrió a la corrida de la cerca colindante. Cuando una persona se mete por la senda del mal en algún asunto, luego cae también en otros rubros. Discutieron fuerte-mente, lo que le costó a don Lorenzo unos días de cárcel a los pocos días cuando el Choco apareció asesinado.
El padre de Laura se declaraba inocente, lo que felizmente se pudo comprobar porque antes de un mes cayó preso el criminal: Otro comerciante de la muerte le dio el bajo porque El Choco desconoció una deuda por drogas.
El pueblo acudió a la misa de adiós cristiano. La gente midió la profundidad de la tragedia que afectó a la familia del occiso y a toda la comunidad, y comprendía que ese hombre necesitaba mucha oración y misericordia divina.
Por las noches, los perros todo el vecindario aullaban por el espacio de una media hora, hasta que la misma viuda del difunto me pidió una bendición de su casa. Desde ese día dejaron de emitir sus inquietantes clamores.
Así vinimos a comprender también por qué el Choco molestó a Laura. Y en las reuniones de los diversos grupos pastorales volvieron a darse las preguntas: ¿Padre, que hay después de la muerte? ¿Cómo se resucita? ¿Por qué hay almas errantes? ¿Por qué algunas de ellas pueden continuar haciendo daño, y otras parecen proteger a sus deudos? ¿Cuándo se termina de verdad la vida terrena de una persona? ¿Cómo es el Cielo? ¿Qué haremos allá? ¿Cómo es eso de las operaciones astrales? Etc.
Muchas preguntas me las han hecho sólo en esta parroquia, porque hay cosas que se sólo se ven o se hacen aquí y no en otros lugares.
Algunas me ponen en aprieto, porque no tengo la respuesta a todo. Para unas, hay respuestas en la Palabra de Dios; para otras, algo se puede deducir o suponer; y para el resto, la respuesta es el misterio del más allá, de donde nadie ha regresado para contarnos la firme. Y no explicito las respuestas dables, porque se escapa a la finalidad de estos escritos. Si alguien desea profundizar, que acuda a mí.
Como ven, he dejado este espacio para plantear reflexiones.
Muchos hermanitos fueron a conversar conmigo. Unos, para convertirse al Señor pues declaraban haber empleado mal sus “puntos de Vista”, es decir, esos poderes divinos que habían recibido. Otros, me contaban casos extraordinarios que habían vivido; mucho más impactantes, extraños y maravillosos que estos sencillos relatos. Pero me he propuesto escribir solamente aquellos en que de alguna manera he intervenido. No quiero ser infidente de los secretos que algunas personas, muchas de las cuales aún viven, han depositado en mí.
Y aquí concluyo, porque espero imprimirlos antes de Navidad para regalarlos a mis amistades. Otros más que guardo los tendrán para el próximo año, si Dios me da licencia.
Me he preguntado el por qué a veces los brujulanos acuden a mí, teniendo algunos de ellos ciertas capacidades extraordinarias que yo no tengo, pues sólo transmito energía. Se lo pregunté a Clemencia y casi me da vergüenza por su obvia respuesta:
Porque tienen fe pues, padre curita. Usted tiene un punto de vista que va a lo más espiritual. Y eso es más importante que lo puro material, que lo del cuerpo. Nosotros tenemos fe en Dios, dueño y Señor de todo lo creado. Y a él hay que recurrir en primer lugar. Y como usted lo representa mejor que nadie...
¡Aprende, padre curita!
Pero, esto último no me lo dijo ella, sino yo mismo
¡Uno no termina nunca de aprender!
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