Hualbert Zola III: La Venganza
Hualbert Zola estaba terriblemente dolido por los perros sarnosos que lo abandonaron, por los fumones que lo esquilmaron, y de Chesilé que no pudo "terapearlo" para dejar la marimba y la coca, y que terminó coqueándose con él.
Estaba en 20º piso de un edificio en zona residencial limeña. Desde su dúplex podía a la vez ver el oriente y el occidente de Lima. Ese día no fue a la oficina, qué más da un día descontado si logro idear mi venganza, se dijo. Vio la aurora matutina, se sintió inspirado, vio el sunset vespertino, que le pareció eterno por dos mixtos de los buenos. Pero la inspiración no llegaba. Y al no obtenerla, serenamente, se dijo a sí mismo, me voy a una cabina de internet.
Antes de salir se aseguró de llevar consigo un pomo de alcohol de 2 litros y un kilo de algodón en la mochila... el alcohol no era para beberlo…
Ya sentado en la cabina abrió su mochila, extrajo el pomo de alcohol, y el paquete de algodón, y los colocó en ese mismo lugar al pie del monitor. Ritualmente humedeció generosamente sus manos con alcohol, y esperó que espontáneamente se sequen, repitió el procedimiento varias veces, hasta asegurarse que sus manos no estaban contaminadas. Limpió el teclado y el mouse con un trozo de algodón embebido con alcohol, hizo lo mismo con el monitor y el CPU, repitió varias veces el ritual hasta que una paz se apoderó de su atormentada psique. Y volvió a limpiar iterativamente sus manos con alcohol…
Al revisar sus e-mails, se topó con una invitación de V, una compañera de promoción del año... de la facultad de...de la universidad... del Perú. Lo estaba invitando para una cena del partido de su partido, a los asistirían militantes y dirigentes, para celebrar el aniversario de la fundación. En esos años, en el Perú, habían tantos grupitos minúsculos que se autodenominaban partidos políticos… Y entonces Zolá gritó entusiasmado y alegre, Eureka... ya había encontrado con quiénes vengarse, solo era tiempo para formular la estrategia e hilvanar las tácticas… También se dijo a sí mismo: “Yo solo no lo censeguire”… “Debo de convencer a K para que me ayude”
Hualbert Zolá recordó haber leído una novela de pasarle un bien a un tercero... y reflexionó... creo que se puede hacer a la inversa podemos hacerles una travesura a terceros para vengarnos de una negra maldad... perros sarnosos... fumones... Chesilé… reverberaban ritualmente en sus pensamientos... e inadvertida y persistentemente abrazaba su botella de alcohol en la mochila...
Esa noche concilió el sueño tranquilamente sin autoadministrarse diazepán.
Al día siguiente fue visitar a K, llevando una botella de un buen vino tinto, un par de bifes argentinos, y pan del bueno, con sabor a cebolla como le gustaba a K.
Hualbert Zola llegó tarde a la casa de K. Golpeó fuertemente el portón de metal. Y se dijo a sí mismo "éste K, no quiere poner un timbre eléctrico, quiere que golpee fuertemente la puerta”… Y recordó que K una vez le dijo que según el número de golpes se discrimina el rango o la falta de control de la persona.
El ruido que producían el transporte público y los autos en la Avenida JP era infernal, y Zolá pensó que tal vez K no había escuchado los golpes, segundos después golpeó fuertemente el portón… tras unos segundos se abrió la puerta y apareció K… como siempre, feliz, barbón, descalzo, con el torso desnudo, un pantalón de lino era su única vestimenta.
Era invierno, llovía y Zolá percibió que el cabello de K estaba húmedo, que el rostro y el torso de su amigo estaban mojados, y que los vellos de su pecho y de sus brazos estaban perlados por las gotas de lluvia.
- K te vas a enfermar, extrayendo un pañuelo de su bolsillo para secar el rostro de amigo, dijo Zolá preocupado.
- No es necesario, dijo K, es hermoso y dulce sentir como las gotas de lluvia caen sobre ti.
Así que Zolá, se descalzó se sacó el saco y la camisa, y durante unos minutos, sin mediar diálogo alguno, recibieron a la lluvia caer sobre ellos y compartieron ese instante de felicidad.
Sin decir nada, K pausadamente se retiró hacia las escalinatas que lo llevaban al segundo piso de su casa, Zolá lo siguió y contó los pasos hasta que llegaron a su biblioteca, y contó en total 57 pasos, y recién comprendió porque a K le tomaba mas de un minuto acudir el mismo a abrir la puerta. Porque K vivía solo sin servidumbre. El segundo piso medía unos trescientos metros cuadrados, y además de los baños contaba con tres habitaciones, la primera era la biblioteca estudio, sus muebles eran eran de esos que se ensamblan y desensamblan, los estantes cubrían todas las paredes, y contenía toda la literatura más importante de los dos últimos milenios, y por supuesto las de sus profesiones. La otra habitación era una especie de sala pero llena de instrumentos musicales, un bajo Fender Jazz Bass original de los años 60 con una caja de cuatro parlantes de 15 pulgadas cada uno y cuatro tweters, con un amplificador de 400 wats adaptado por K para bajos, un amplificador Marshall para guitarra y una guitarra Fender, un teclado sintetizador Korg y su amplificador, la batería Pearl y el violín y el violonchelo de su única y mas amada hija L de 12 años, y unas guitarras acústicas de casi sesenta años, hechas por los dos más grandes maestros Lutieres Falcón y Garrido, ya fallecidos, y que cualquier profesional limeño quisieran tener para pulsarlas en sus presentaciones. El tercer ambiente era una especie de cocina bar para que los amigos se preparen algún bocadillo o algo mas, y algunos tragos.
Y Zolá pensó, las nieves del tiempo cubren los cabellos y las barbas de K y a la vez está cambiado pero a la vez es el mismo que conocí hace más de cuarenta años atrás… ¿alguna vez se hará viejo?... ¿Alguna vez lo domeñara el tiempo?
Las meditaciones de Zolá se interrumpieron.
- K le dijo, me siento muy feliz que hallas venido.
Zola dejó la bolsita con dos bifes en el frízer de la cocina bar y trajo la botella de vino a la biblioteca estudio.
- K le dijo, mira Hualbert que hermosas son esas dos sillas con patitas de león y asientos de terciopelo. Y mira la mesita entre las dos casi a la altura de los asientos, labrada a mano y con patitas de león. Las he adquirido solamente para que cuando me visites nos sentemos los y nos bebamos un par de copas de vino. Esta silla es la tuya y esta es la mía.
- Hualbert miró a los ojos a K y descubrió el cariño que le profesaba. Colocó la botella de vino en la mesita, y dijo, voy a traer dos copas de cristal.
- Cuando Zolá regresó, recién reparó que los muebles estaban ubicados en una esquina, al costado del ventanal. Y se podía apreciar el jardín de k con esos hermosos frutales, importados por su padre ya fallecido. K le dijo como brillan esas copas de cristal cuando tú las lavas. Hualbert comprendió en ese momento que a K no le importunaban en absoluto sus rituales… se sintió feliz y entusiasmado.
Bebieron dos copas de vino… y entonces Zola tomó la iniciativa
- K, eso de publicar mis experiencias, en los cuenteros, al inicio me turbo y me encolerizó, pero poco a poco me fui dando cuenta que me han ayudado bastante… y he estado planeando una venganza.
- ¿Una venganza inquirió K?, ¿Con sangre, cuchillos, disparos y muerte? ¿Hualbert creo que has empeorado.
- No lo tomes así K, es una “venganza”, dulce y sin daño, pero no sé cómo realizarla, solamente tú tienes la solución, para que sea más una broma…
- K miró profundamente a Zolá pero de reojo… él sabía como a Hualbert eso lo perturbaba.
- Mira K también yo te he estado estudiando…
- Yo nunca, contigo soy como soy…
- Bueno dejémonos de confesiones. He recibido un e-mail de V invitándonos a una reunión de su partido… ese grupúsculo de jóvenes peripatéticos más graves que los personajes de “Rayuela” de Cortázar.
- Que sorpresa dijo K… yo también he recibido la misma invitación… Y me di tiempo para averiguar si había invitado a nuestros compañeros de promoción… Solamente nos ha invitado a los dos… ¿Dime una cosa Hualbert va a estar ese provinciano capitalista que quiere ser congresista”
- Si K si va a estar
- K le dijo, entonces te tomo el reto. Pero debe ser una broma sin dañar a nadie… Oki.
- Oki respondió Hualbert.
K se sentó en una silla en el balcón de su casa, el ruido infernal de los autos y los transportes públicos parecía no perturbarlo. Mientras tanto Zolá preparó los bifes y los panes y acomodó la mesa. K ingreso a al bar cocina y le dijo a Zolá.
- He ideado tu venganza.
- Para Hualbert la carne y el vino le parecía un manjar de los dioses, una ambrosía… sin esperar más le dijo a K ¿Ya dímela por favor?
El día del aniversario del grupúsculo de V, vendrás a mi casa muy bien vestido, con tu mejor terno, tus mejores zapatos, tu mejor corbata, y muy bien acicalado, tu rostro y tu peinado. No traigas tu automóvil ni llevaremos el mío puede ser peligroso.
Esa noche llegó Zola y K lo esperaba en la puerta.
- Hualbert, acompáñame donde la negra Nema tu amiguita de siempre, vamos a comprar una marimba de la buena, 10 gramos, pero no es para ti sino para tu venganza.
- Oki dijo Zola, y llegando donde la Nema le pidió diez paquitos de moño rojo, de la buena.
Tomaron un taxi y fueron donde la casa de V. Ella los recibió con mucho cariño. K al ver a ese grupúsculo izquierdizante tuvo que reprimir la nausea, no solamente eran ignorantes, sino que sus cuerpos eran dismórficos sus caras grasosas y sus cabellos trinchudos. Y se dijo para sí mismo “creo que la venganza” está justificada. V le presento a Q el secretario general del “partidito”. Hablaba de revolución, lucha de clases, y etc. etc. etc. Por su puesto sin crear en nada de eso, solamente necesitaba a ese grupúsculo de dismórficos y displásicos para ser congresista, y lograr granujerías y prebendas. La venganza estaba decidida. Las horas pasaron y se agotaron las cervezas. Y los cigarrillos. Entonces k dijo:
- En agradecimiento a su invitación voy a invitar cuatro cajas de cervezas. Y un cartón de cigarrillos.
Todos lanzaron vivas, algunos hasta pedían que sea incorporado al partidito. K le entregó el dinero a Zola y le dijo traes cuatro cajas de cerveza y un cartón de cigarrillos, No olvides que debes llenar los cigarrillos con la marihuana.
Zola salió presuroso pero no encontraba tienda abierta cerca, estaba en el Cercado de Lima, y temía por su seguridad. Finalmente vio un Taxi y le dijo al taxista llévame al depósito de licores más cercano. Y taxista partió raudo y su taxi veloz. Los depósitos estaban cerrados. Zolá estaba triste y le pidió al taxista que lo regrese a la casa de V. El Taxista tomo un atajo y en medio camino. Para sorpresa de Zolá vio un kiosco. Esos de madera vieja, y con una Luz amarillenta mas pálida que un tuberculoso. Para le dijo al taxista.
- Buenas noches guapa morena dijo Zola
- No me vengas con cojudecez de enamoramientos, vas comprar algo si o no.
- Si quiero algunas cervezas.
- Cuantas dijo la negra
- Cuatro cajas
- Por cinco te llevas un polvo gratis
- Entonces que sean cinco dijo Zola
- …
- Cuanto cada caja negra
- 50 soles
- Mas el polvo graten está bien pagado
- Dime tienes cigarros
- Si tengo, pero están pasados,
- Es justo lo que necesito dijo Zolá, dame un cartón.
- Tengo que decirte algo, le dijo la zamba, las chelas son bambas, con alcohol industrial, no las tomes, te van a cruzar.
- Justo lo que necesito.
Con la merca enrumbaron a la casa de V… y Zolá le pidió al taxista que se detenga una cuadra antes. Abrió el cartón de cigarrillos, 12 cajas,, y vació el tabaco malogrado y llenó los cigarrillos con la marihuana.
Cuando ingreso a la sala con cinco cajas de cerveza la alegría fue fenomenal. Al cabo de media hora estaban completamente embriagados. Reclamaban los cigarrillos y Zolá colocó las doce cajetillas sobre la mesa. La intoxicación fue fenomenal. Los cuasimodos gateaban sobre el suelo y algunos reptaban cual víboras.
- Es hora de marcharnos dijole K a Zolá
- Tienes razón ya he visto suficiente.
Tomaron un taxi y fueron a cenar al Chio-Chio. Se despidieron sin intercambiar ni sonrisas ni palabras. Esa noche Zolá durmió sin consumir drogas, alcohol o diazepán. Y mientras Hualbert dormía sin soñar, K tocaba en su teclado y cantaba una hermosa canción de Charly García
“Cuando el mundo gira para rato
“Es mejor no estar atado a nada
“Imagina a los dinosaurios en la cama.
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