La vieja y repetida nostalgia
Por todo aquello que he perdido
O por lo que jamás tuve.
La radiante, la impecable,
La cambiante luz de los puertos
Donde el amanecer comienza
Sin que las horas se detengan,
Ni el insistente corazón
Olvide su rítmico sonido.
El indigno pelotón de los torpes,
Ansioso de batallas de amor
Siempre de antemano perdidas
En la noche y el colchón.
Todo se cumple al pie de la letra,
El simple y repetido control
Y la sinfonía verde del tiempo,
Van en vagones sucesivos
De un lento tren literario.
La juventud siempre distraída,
A menudo asoma identificada
Con la tristeza de una mirada,
Vestida de rebeldía y desgano,
Sucumbiendo a la dificultad
Del sorprendente mundo nuevo,
Donde los solitarios estamos solos,
Dormidos en un halo de tristeza.
Deambulamos por libros del pasado
Olvidados por el alba y el ocaso.