Sueña y se diluye, se atormenta, pecador, había revelado un soneto a quien a nada ni a nadie escuchaba ni le importaba la llave ni la espada. Dibujaba en su sueño de poeta un bronce que helaba su figura, una puerta abierta al pasado y un cielo azul aun cercano. Tras el cristal oscuro por el humo se adivina la última palabra, nadie sabe si él sueña y se diluye errando sórdido por los cielos de la noche. Hay en el Sur una tumba esperando y una lánguida voz que le reclama, no hay ángeles ni rosas al ocaso solo un rumor antiguo en el alba.
Texto agregado el 28-02-2012, y leído por 57 visitantes. (1 voto)