Todos en la vida, tienen que pasar por sucesos extraños , felices, oscuros o neutros.
Últimamente, mi camino tomó un desvío , y me tope con un túnel.
No sabía en qué me estaba metiendo, pues miraba hacia atrás y había un hermoso sendero, bien iluminado y tranquilo.
Pero seguí hacia adelante.
Apenas me adentré en aquel túnel, senti una ola de frío, que erizó mi piel y la tornó sensible.
Caminaba mirando hacia ambos lados , pero... solo había oscuridad.
Agudicé los oídos, pero solo se escuchaban mis pasos, seguido por un eco de mi jadeo.
No sabía donde estaba, y eso me atemorizaba.
De repente, se holló un susurro...
-Nunca podrás lograrlo.
Y otro:
-¡Estás en la ruina!
Muchos,muchos susurros, no , no eran susurros , eran gritos, y eran muchos.
Mi desesperación creció, estaba sola, comenzé a correr y más , más gritos:
-¡No sirves de nada!
-¡Tu trabajo, tu familia , todo es mio!
-¡No podrás huir, no podrás escapar!
-¡Ya nadie te quiere!¡NADIE!
Mis pies, temblaban y dificultaban mi paso.
Caía , me desvanecía, todo moría a mi alrededor, y todo lo que mis ojos veían, era... nada. Sólo oscuridad.
Pero seguí corriendo, corría con todas mis fuerzas...y allí, allí fué cuando, tropesé.
Mientras caía lentamente, cerré los ojos.
No quería que doliera, no iba a soportarlo una vez mas.
Pero...no me dolió.
No lo entendía.
Estaba cómoda, y la temperatura volvía a mi cuerpo.
Era tan cálido, tan placentero...
Abrí los ojos, y para mi sorpresa, dos manos me sostenían acunándome sobre su regazo.
Era él, era mi salvador.
Era él, quien nunca me ha abandonado.
Y no temo a nombrarlo, pués él evito que las rocas y espinas destrozaran mi piel.
Era mi Jesús. |