¡Gallos!, ¡gallos por todas partes!
-¿que te pasa Joel?
¿No los ves?, ¡Son millones de gallos!
No veo nada.
Bueno es que no eres el elegido, yo si lo soy
¿El elegido de quien o que?
-El elegido para mirar los gallos-
Joel ni siquiera miraba a marco. Estaba de pie junto a la orilla de la laguna, concentrado, con las manos en los bolsillos, el viento movía sus pocos cabellos.
Marco cerro los ojos y los gallos estaban ahí, eran miles, de todos colores, unos arremolinados sobre otros, moviendo sus cabezas y crestas pausadamente, miles de pares de ojos de gallo mirando estúpidamente a la nada, marco abrió los ojos de nuevo y estaba de regreso en la orilla de la laguna, debajo de las nuevas nubes, pisando la cálida arena con sus zapatos cafés de piel.
Los he visto, son hermosos.
¿Lo son verdad?, ¿Escuchas lo que dicen?
Marco cerró los ojos y las aves estaban ahí, pero no se escuchaba mas que el ruido de las pequeñas olas que la marea producía sobre la laguna.
No. Pero ahora te creo, ¿que dicen?
Dicen que les has caído del carajo, los gallos te odian marco.
Marco coloco sus manos en forma de concha sobre su oreja izquierda, cerro los ojos y escucho: “mierda mierda mierda mierda mierda, vete a la mierda”
Los he oído.
Y ahora asómate, tienen navajas en las patas ¿puedes verlas?
Puedo verlas, puedo escucharlas golpear con el suelo. (Para esto, marco había vuelto a colocar su mano-concha sobre su oreja).
Un gallo rojo cerró los ojos. Y vio a marco y a Joel prepararse un sándwich vestidos como astronautas.
Mierda- dijo.
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