Muchas veces nos equivocamos, lo se, es cierto y de nada sirve darle más vueltas. Se han levantado los velos y ya nada se puede ocultar.
Claro que nos dejamos llevar por la avaricia, quisimos acumular cosas, nada era suficiente. Teníamos que trabajar demasiadas horas para pagar las hipotecas, las facturas, la ropa moda, el coche más caro...
Pero nos faltaba tiempo para disfrutar de esas cosas , para estar juntos y podernos conocer.
Tan solo coincidíamos en las vacaciones en las que ocupábamos cada minuto en viajes donde había que había que verlo todo, recorrer países en días, comprar ... siempre corriendo, sin tiempo para hablar de nosotros.
En está vida no cabían los niños, no tenían sitio en está vida que habíamos gestado.
Sucedió lo inevitable, un día tu corazón se paro, harto de tanto correr, de tanta prisa.
Fueron días de angustia, dolorosos y fríos, en esa habitación del hospital donde de repente todo se detuvo. Nos cogimos de la mano y comprendimos muchas cosa. Descubrimos todo lo que ocultábamos, nuestras debilidades y miedos.Decidimos cortar, empezar de nuevo.
Vendimos propiedades, cancelamos hipotecas, dejamos trabajos.
Nos hemos quedado con lo que realmente importa.
Ahora vivimos en el campo en una bonita casa, ni pequeña ni grande, por ella corretean dos pequeños que son nuestra alegría.
Trabajamos lo justo, plantamos judías y tomates, recogemos los huevos de nuestras gallinas.
Y vivimos,sencillamente, somos felices.
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