Con Rodrigo fuimos algo parecido a amigos, el vivía frente a mi casa con su madre y padre; nos juntábamos todas las tardes a divertirnos con nuestros juguetes; bueno, para ser honesto, yo sólo poseía un balón de fútbol y el muchos accesorios con los que un niño de once años podría entretenerse todo el día. Éramos íntimos, prácticamente no nos juntábamos con ningún otro niño del sector, el mundo giraba en torno a nosotros y nuestros juguetes.

En ese tiempo recuerdo, vivía con mi madre, éramos pobres, ella trabajaba todo el día para alimentarme y pagarme la escuela, no había dinero para lujos, todo lo que ingresaba al hogar servía para la satisfacción de las necesidades básicas. Periódicamente, llegaba de visita mi abuela, ella me quería bastante, siempre que llegaba me traía un obsequio, incluso, el balón de fútbol que era mi único juguete, había sido regalado por ella. Recuerdo la última vez que vino, prometió que me traería lo que yo quisiera, yo impactado por lo que había escuchado, me emocione hasta las lagrimas, y dándole un efusivo abrazo, le dije que deseaba tener un transformers, que no valía tan caro y que sería el niño más feliz del mundo. Ella me miró a los ojos sonriendo, me tomo la cara con sus dos manos y me besa en la frente, señalándome que tendría el juguete la próxima vez que viniera. Desde ese día la esperé impacientemente.

El tiempo transcurría, todos los días le preguntaba a mi madre cuándo vendría la abuela, y ella me respondía que no lo sabía, que la abuela era impredecible, y que solo ella sabría el día que llegará. Un día domingo, recuerdo, mi madre se acerca a mí y me comunica que la abuela había partido al sur, a ver a su hermana que estaba enferma y que probablemente se quedaría por allá durante un año; me sentí tan traicionado, que creo que lloré por más de tres horas, había faltado a su palabra, sembrando la ilusión en un niño que sólo deseaba ser feliz.

Los días pasaron y me sentía mejor, corría, jugaba y sonreía; hasta que aparece mi amigo Rodrigo y me invita a jugar al patio de su casa, que me tenía que mostrar algo; así que fui, él sonrientemente me decía que esperara, que iba a buscar algo a su pieza que le regalaron para que jugáramos. ¡No lo pude creer! Los padres de Rodrigo le habían comprado el mismo transformes que yo anhelaba tanto; me entristecí enormemente, que recuerdo, me fui a dormir en plena tarde.

Fue la primera vez que saborié la injusticia en mi vida; aquella noche, dolido, planee un hecho que cambiaría la forma de ver el mundo por el resto de mis días. Aquella noche planee mi primer robo, el robo del transfomers a mi amigo Rodrigo.

Rodrigo viajaba el fin de semana con sus padres a la playa, él me lo había contado, así que esta era la ocasión perfecta para cometer el delito. Esperé que se fueran, observé la casa durante todo el día sábado, para asegurarme que no se habían devuelto, y así fue, no llegaron. Mi madre ese día estaba en casa, tomé la leche que todos los días me preparaba y le dije que iba a comprar una galleta al negocio de la esquina y me venía de inmediato a dormir, bueno me respondió, pero apresúrate por favor que ya es de noche.

Sigilosamente abro la puerta de jardín de la casa de Rodrigo, lentamente me dirijo a la ventana de su habitación, una vez ahí, contemplo todo el entorno del lugar para cerciorarme de que nadie me está observando, no se ve nadie, así que sigo adelante. Una vez en frente de la ventana de la habitación de Rodrigo ,despego el vidrio bajo una técnica que sólo él y yo sabíamos; lo logro sacar y posteriormente abrir la ventana. Entro a su habitación con la tranquilidad con que entraba cuando él estaba, camino directo al baúl en donde guardaba sus juguetes, lo abro, y allí estaba, mi objeto de deseo, con todo y caja guardado para tenerlo en mis manos. Lo tomo y salgo de la habitación tan rápido como puedo, pongo el vidrio y corro hacia mi casa, entro apresurado, le doy el beso de buenas noches a mi madre y me encierro en la habitación. Ahí contemplo mi botín, era completamente hermoso, recuerdo que aún conservaba olor a nuevo y hasta en su respectiva caja se encontraba, feliz me dispongo a entretenerme un rato con el, lo saco de la caja y me llama la atención un escrito que había en el interior de ella, no podía leer muy bien por la oscuridad, pero pude visualizar que el escrito decía lo siguiente:

“Querido nieto, lamento no haberte entregado el presente en tus manos, pero no me alcanza el tiempo para ir a visitarte, ya que mañana voy a ver a Raquel, mi hermana que se encuentra enferma. Pero lo importante es que no te fallé y cumplí con lo que te había prometido. Pórtate bien y no hagas rabiar a tu madre, te amo y te amaré siempre. Tu abuela.”

Un error del cartero había sembrado la desesperanza en mí. Rodrigo, mi amigo, me había traicionado, él sabía que las cosas a nosotros nos costaban y nunca entendí el razonamiento de tal acción.

Rodrigo y yo no nos hablamos más, al poco tiempo se mudo de la cuidad, y creo que este es el único recuerdo que mantengo de él. Yo por el momento no he robado más, hasta que sienta otra vez esa sensación que invadió mi corazón por unos buenos minutos.