—Ten cuidado con lo que hay en el fondo del cristal—me dijo una chica alta de cabello castaño y piel blanca—podrías llevarte el susto de tu muerte.

Yo miré sus ojos, realmente no la consideraba mi amiga, por una sencilla razón: me aterraba, su simple presencia casi me paralizaba. Sin embargo era sincera en su advertencia, después de todo, había tenido más de quinientos años para aprender todo ese tipo de cosas, porque, sí, era una vampiresa.

A pesar de todo, yo, una simple humana que antes de conocerla nunca había tenido contacto con lo paranormal, le hablaba y después de un mes de conocerla seguía viva, a pesar del miedo que me producía.

—Nunca me ha sonado a buena idea verse en el espejo a mitad de la noche, de todas maneras.

Volví a mi casa, la curiosidad me sofocaba, sin embargo no me atrevía a verme en el espejo. Pasaron días, semanas quizá; yo aún sin atreverme a ver en el fondo del cristal. Hasta que un día lo hice, me levante y fui hasta el espejo, a las tres de la mañana, me detuve frente a mi espejo de cuerpo completo; no veía nada, la oscuridad todo lo envolvía, no podía ver mi reflejo, con sinceridad no estaba segura si al frente mío había un espejo.

Los minutos pasaban, hasta que pude ver y quedé como hipnotizada frente al espejo, sentía pánico y adrenalina…todo mezclado, pero quería ver.

De pronto me veo a mi misma, solo que un poco mayor, sentada en el suelo y alguien viene por la espalda y me abraza, me volteo y lo beso; me quedo súper extrañada, nunca había visto a ese chico y aún así parece que lo amo, sigo viendo y me veo en un columpio, voy suavemente de adelante hacia atrás, veo mucho mi mano, luego noto por qué: en ella hay un anillo, un anillo de compromiso.

Pasaron varias imágenes, yo aún de pie frente al espejo viéndolas, incluyendo las bellas imágenes de la boda y la siguiente: la luna de miel, él colocándome un collar con un hermoso medallón en forma de corazón.

—Recuerda, siempre he estado contigo y siempre lo estaré—logré oír que me decía al oído mientras me besaba suavemente el cuello.

Todo parecía hermoso ¿No es así? Pero luego más imágenes, yo despertando sola y buscando como loca al chico, sin encontrarlo…muy pocas personas sabían quién era, hasta que llegué al cementerio y vi su tumba “August Rancht 1852-1885” y caí al piso.

Yo seguí viendo sin entender qué sucedía, solo me veía a mi misma enloquecer “Me enamoré y me casé con un muerto” Me repetía una y otra vez. Hasta que…otra imagen, viéndome subir al barandal de un puente con lágrimas en los ojos, voltee un momento, como viéndome a mi misma a través del espejo y sin más salté. Al mismo tiempo que lo que consideraba mi yo del futuro se ahogaba yo me sentía morir, dejé de ver la luz del espejo y creo que fui cayendo al suelo, realmente no lo sé, no veía nada y me sentía en trance.

Los primeros rayos del sol de la mañana me despertaron, me encontraba acostada en el piso, frente al espejo. “Todo fue un sueño” pensé, sin embargo mi corazón estaba muy acelerado, mientras me levantaba me lleve la mano al pecho, algo colgaba de mi cuello…un medallón, el medallón de la visión, solo entonces me di cuenta de que era un relicario, las manos me temblaban, pero lo abrí y saqué un papel que parecía antiguo y decía:

“Tal vez morí antes de que si quiera nacieran tus abuelos, tal vez sea 142 años mayor que tú y tal vez en este momento casi te mate de espanto, pero la verdad es que te amo desde que te vi en el espejo y me decidí por que fueras mía.”