Hasta después de la muerte
Qué tienen tus labios,
Amor de mi vida,
Que al rozarlos ahora, mi boca lastima.
Qué tiene tu cuerpo,
Tan quieto, tan frio, que al tocarlo apenas,
Congela mi vida.
Qué tienen tus ojos,
Que no buscan los míos,
Que deseosos de su brillo, no encuentran
Alivio.
Qué tienes amado,
Que tan sereno, en nuestro lecho duermes,
¿Es un sueño profundo?,
¿O es de esos de los que nunca se vuelve?
¡Levántate de esa cama!,
Toma mi mano, bésame, con ese amor ciego…
Pídeme que no llore,
Pídeme, que no te abandone.
Espera, tesoro…no quiero alterarte.
Cerraré las ventanas, no iré a ninguna parte.
Me acostaré a tu lado y te tomare de las manos.
Te cantaré despacito,
Para no despertarte,
Hasta que yo también me duerma.
Y ella, tan blanca, tan fría,
Ya no podrá separarnos, como lo hizo, en vida.
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