El silencio, es el que nos abraza.
Aun así nada está en calma, es que ha cesado el estruendo mundano que envolvía el tiempo mágico de nuestro encuentro. No es que ya no existe al sonido, sino que por primera vez no lo percibimos.
Horas antes, la habitación, testigo de nuestros encuentros, cronista de nuestra pasión, se había llenado de colores que brotaban, con cada pieza sonora con lo que amenizábamos nuestro momento. Se llenaba de imágenes, palpables en la oscuridad iluminada de sentimientos.
Cada imagen, con cada sonido, cada sonido a la par de cada segundo. Una verdadera orquesta, engalanaba aquellos pensamientos, sincronizados estábamos, tal y como las grandes producciones, como en los grandes libros, donde todo esta perfectamente organizado, donde los personajes se desarrollan con fluidez bajo el marco de la música, perfecta para cada escena.
Eso sentía y eso sucedía.
Ahora todo en silencio, había terminado, había concluido con el maravillo final, que todavía recuerdo. Tal vez no sea el final, sino una pausa para lo que viene, será igual de fantástico?, o mas bien será inigualable? Otra escena, otro acto o el inevitable momento de la despedida?
Todo eso me lo planteaba, tu quieta a mi lado, yo pensando, aunque pareciese dormido, siempre pensando. Pensando en ti, pensando en lo real, pensando en la imaginación, en el futuro, en no pensar, pensando. Solo ahí, quieto a tu lado.
Pienso que te quiero y pienso en recordar lo que ha sucedido. Pasó asi, la orquesta empezó a sonar, el sonido empezó a brotar, no se afinaron los instrumentos, pues todo estaba listo, el escenario es el ideal, sin mucha fantasía, sin mucha escenografía, solo un cuarto, acogedor por el amor de dos personas, cálido por la belleza de una mujer simple y tierna, enorme, como la pasión que alberga, iluminado por el brillo de su piel. Uno cuadro que evoca al pasado, la arena plasmada en forma de un hombre, es espejo fiel guardián de tu figura y las paredes que son nuestros espectadores, testigos de nuestro encuentro y cronistas de la mañana y noche. Tu perfume gira por el escenario principal, ameniza mis alma y conquista mi razón. Es en ese entonces, donde inicia la orquesta, conformada por el latir de mi corazón, rítmico, galopante, extasiado por los besos que me otorgas, emborrachado por el licor de tus labios, por tus palabras que asfixian mi ser, palabras mágicas que hechizan el momento, fuertes que invaden pecho.
Corazón latiendo, sonando, viviendo. Mi respiración, sincronizada a la tuya, se agrega al momento, rápida, humeante, generan un torbellino de pasión, coloreada con el toque de tu amor y engalanada con el aroma de tu corazón. Los coros son las frases de amor, tus abrazos, caricias, besos, la mejor actuación, hasta el pequeño dolor, queda dentro de la melodía de nuestra pasión.
Yo recordando, tu a mi lado, suave, con tu cabello al viento, con tu cuerpo tibio, sin el frio que te acostumbra, ahí recostada y perfecta.
Veo claro los sonidos, escucho todos los colores del momento perdido, en nuestra memoria, que saldrá del olvido en cuanto cierre los ojos o tu perfume de nuevo se aparezca.
Primero suave, lento, el rozar sus labios de fresa, es solo el comienzo, acaricias mi mano, y yo me derrito, la fría y dura coraza se vuelve cera ante el calor de tu cuerpo. Te respondo con algunas palabras a tu oído, palabras desarregladas, entre cortadas por el nerviosismo del momento, quiero expresarte lo que siento, no murmurar, sino gritar, no errar, sino hacerte ver que soy tuyo, que te quiero ¡¡¡¡¡, no me reprimo, se exterioriza mi ser, se une al baile y al juego de luces que alrededor se nos presenta.
No hay marcha atrás, solo cierro los ojos, los abros para ver un torbellino de sentimientos, al rededor nuestro, proveniente de nuestros pechos, entrelazadas, unidos, que se hace mas fuerte, con cada beso, cada caricia, cada movimiento con lo que te externo mi sentir y mi pensar, donde te demuestro que te quiero, donde me dejo llevar por el juego armónico del beso.
Tornados y torbellinos, tormentas de colores, cada vez mas rápidos, cada vez mas fuetes, sonidos relampagueantes, sinónimo del encuentro, todo mezclado con tu cuerpo, en el escenario perfecto, los besos a diestra, las caricias por siniestra, uno solos nos volvimos y uno solo pensamos en amarnos, uno solo fijamos el rumbo de nuestros cuerpos, hasta alcanzar el momento perfecto en donde, culminara nuestra melodía y saciara el hambre de querernos. Temblaba, llovía, sonaba, gritaba, todo en un solo tiempo, el tiempo para querernos.
Tanto éxtasis cayó sobre mi, conforme me daba cuenta se apagaba el oleo y se escondían las canciones de nuestra creación.
No escuche nada mas, no pude distinguir otra cosa. No pude pensar, solo te sentí. Rompo la calma con un te quiero.
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